El jugador

La ruleta no es discreta, su actuación voluptuosa está a la vista de todos, el jugador lleva unas gafas falsas quizá queriendo ocultar las huellas en sus ojos por noches sin dormir, mimetizando una expresión anodina, vulgar, estándar, pasar desapercibido por la mayoría no le salva de su propio demonio.

El hecho es que el jugador real difiere ligeramente del que uno tiene en la cabeza después de verle en incontables sesiones maratonianas, no es más listo ni más torpe: solo es un jugador...

Orlando Slite.

El jugador hace las paces consigo mismo en cuanto cruza el dintel de la puerta, ya no recuerda cuanto tiempo hace que especula con ese crucigrama donde las palabras se cruzan y los significados huyen sin motivos aparentes, que pelea con esa criatura fantasmal que juega a esconder su alma.

El jugador piensa y cree que esta noche le verá la cara al ente...o mañana, sí, mañana podrá desentrañar los significados que busca pero desconfía, son muchas las veces que sus tretas han sido engullidas por ese ser y despues difuminadas con el reparto de mezquinas ganancias.

La escuela del jugador es una universidad sin fronteras, muchas veces ha pensado que hay que saber muy poco para saber que no todos saben y que a sabiendas los que saben, sabían lo que sabían y que lo que saben no quieren que lo sepa...el jugador...

Orlando Slite

Las doce de la noche y he quedado con alguien en mi casino preferido, siento algo de rubor, como un calorcillo... ahora comprendo, me da algo de verguenza la hora elegida, los jugadores decentes entran a la sala como a las ocho de la tarde y se marchan también a una hora...una hora... decente, pero las doce de la noche...no sé no sé me da mucho reparo pero la ocasión creo que la merece, me encontraré con un compañero de juego amante de los paracaidas como los de antes, bueno al menos eso me dijo por teléfono, yo en realidad no le recuerdo muy bien y tampoco sé como eran los paracaidas de antes...en fin, algún día escribiré algo tan banal Cómo: "El jugador que entró a las doce de la noche en un casino".

No soy ningún mojigato pero que hacía yo saliendo a las doce de la noche, seguramente hubiera sido mejor quedarme en casa revisando mis planillas de otras sesiones, y no dedicarme a cometer deslices que puedan destruir mi carrera de jugador bien entrenado, discreto y...perdedor de a veces, pero bueno, tenía ganas de recorrer las mesas una a una como es mi costumbre y elegir finalmente la que...de pronto veo con asombro como un jugador que no conozco se dirige hacia mí con la mano extendida, un hombre con rasgos de un cuadro del greco, alargado de cuerpo y con lineas afiladas en el rostro -un jugador del greco pensé-, un señor vestido de todos los colores y feo a morir, no me da verguenza confesar que sentí rechazo al estrechar la mano de aquel monstruo...

Orlando Slite

Negarle la mano a alguien no está en mis costumbres asi que se la estreché con algo de repelús que intenté no se notara.

- Caray che, pensé que nunca le encontraría- dijo esforzadamente el jugador del greco -y también de haberle visto la semana pasada en la mesa fransesa- 

Me vio usted en la mesa francesa? Yo nunca juego en esa mesa desde que un jugador amigo de lo ajeno se apropió de una ficha mía premiada en el 11 y los croupieres le dieron la razón... 

-Estuvo usted muy bien y no quise interrumpirle el juego...

- Le repito que no era yo... 

-Jeje no me olvido las veces que discutimos en aquel foro de ruleta que desapareció, que si paracaidas antiguos que si modernos jeje-

Me llamó por mi nik "Labolapasa" y se expresaba con tal complicidad que casi me engaña al principio, hacía meses que buscaba por los casinos de la ciudad a un "Labolapasa" que había interactuado con él en aquel foro desaparecido y discutido a veces por disparidad de criterios pero que le quería a pesar de todo.

 Pronto me di cuenta que era difícil, por no decir imposible, que aquel tipo —sus rasgos del Greco lo impedía— pudiera ser a mí a quien buscaba...

Orlando Slite

El señor con rasgos de un cuadro del greco no deja de hablar, yo intento hacer memoria de unos recuerdos inexistentes y me pierdo en mis pensamientos, ya solo veo a un pretendido jugador gesticulando en cámara lenta mientras me viene a la mente lo que hablé una vez con un verdadero forista al cual sí recordaba a diferencia del que tenía enfrente:
 
- Querido compañero, los jugadores por inspiración pertenecen a un tiempo muy lejano, en el que la puesta de una ficha en el tapete era un acto definitivo, el jugador moderno es más de reflexión y lo mas estimulante de la comparación es que llegan a resultados cercanos siendo cada uno la antítesis del otro.

Lo que no ha cambiado es la luz cegadora, las dilatadas estancias repletas de mesas de ruleta y el bullicio a pesar de la crisis, sobre todo en los sábados y domingos, los dos tipos de jugadores, -el de antes y el de ahora-, son tan irreductibles en la identidad de su talento que se alumbran el uno al otro al ver yuxtapuestos sus juegos entre la Inmensa mayoría tan irrelevantes y triviales, siempre he pensado que en este equilibrio misterioso entre premeditación y azar es en lo parece estar el secreto de su éxito... 

...Ah sí, señor greco...digo, señor forista le estoy escuchando...

Orlando Slite

El señor que tenía delante (me dijo que su nick era "vencedor"), comenzó a nombrarme jugadores emblemáticos los cuales sí me sonaban, de pronto sentí entusiasmo al oir esos nombres pero vencedor...no me decía nada ese nick, no obstante mi interés por lo que pretendía mi interlocutor comenzó a crecer, por fin podía contrastar con alguien la fuerza real de algunas emociones de otro tiempo.

- ¿Se acuerda del forista ALFAYOMEGA?-

 La pregunta de vencedor permitió explayarme acerca de mis recuerdos sobre aquel incomprendido jugador que escribía sobre la cualidad de la conducta y poco después, apareció el nombre de otro jugador muy estimado que desapareció repentinamente, literalmente se lo tragó la tierra y muchos le hacían en algún paraiso disfrutando sus ganancias, había mucho que comentar sobre aquel raro asunto, pero vencedor prefirió pasar página enseguida y evocar al jugador ATV el más humano y el único que había tenido una vida totalmente dedicada a la investigación de la ruleta, siempre tan atento y tan minucioso desmenuzando los entresijos de las matemáticas del azar.

Pues claro que lo recordaba, me veía cada vez más animado, pero el greco no me acompañaba en la alegría y pronto supe la causa...

Orlando Slite

Sí, el jugador mencionado por mi horrible visitante tuvo que desvincularse del juego por un ultimatun familiar (el típico: la ruleta o nosotros)

Un jugador puede ser expulsado de la sociedad dónde vive porque ésta no comprende o no concibe que el objetivo buscado rentabilidad/negocio se pueda alcanzar por unos medios tan aleatorios; ¿Acaso la bolsa u otros negocios "honrados" no tienen la misma carga de aleatoriedad? Ah...se me olvidaba que en el cuadro entran factores -peregrinos para el jugador-, cómo los prejuicios del entorno concreto, que son como muros infranqueables y que el jugador debe sortear según sus habilidades.

Hay algo que no iba bien, y, como si el mal estuviera en la hora elegida para salir de casa, empezó a ir a peor cuando descubrí que el jugador que me citó había sido habitual en los foros antes de yo frecuentarlos y por lo tanto, no le había visto antes en mi vida ni le había escrito ni comentado ningún sistema o estrategia de juego.

Me indigné, primero en silencio, si me lo hubiera dicho antes no habría perdido el tiempo con él, me sentía rabioso y finalmente no pude contenerme —me ha llegado siempre al alma todo lo que se refiere a mis sagrados recuerdos de los foros y casinos— y le reproché que hubiera sido lo suficientemente ambiguo como para crearme la falsa impresión de que habíamos compartido post ¿Cómo se había atrevido a hacerme perder de aquel modo el tiempo siendo además, tan feo...?

Orlando Slite

Todo lo que quieran pero esa noche me despedí del extraño jugador, no estaba de humor para comenzar algún juego a pesar que tropecé varias veces con mesas que invitaban a probar la suerte, mis pensamientos intercambiaban mensajes en busca de una respuesta que calmara mis dudas sobre si hice bien en no proseguir con aquella inusual entrevista y encima me quedé sin saber que era un paracaidas antiguo.

Muchas veces me he preguntado que fuerza directora es la que dirige como toro al deguello a un jugador cualquiera a husmear en la nube y buscar gente que piense como él, muchos jugadores tiempos atras defendían a ultranza su nula pertenencia a ninguna asociación que pudiera distraerles de sus actividades de juego, eran -segun me comentaron hace tiempo- 'lobos solitarios' que se dejaban ver poco y como seres fantasmales dificilmente se distinguian de la plebe -o como de nuevo me confeso el mismo jugador-, 'del tumulto necesario'.

Me dirigo a casa con paso firme convencido que mi inesperado visitante en realidad no me hizo perder el tiempo, me ha hecho recordar (y afianzarme en mis convicciones también), que la interacción en cualquier lugar de reunión para hablar de ruleta no es en vano ni un tiempo perdido, y aunque parezca una afirmación lejos de la sensatez siempre he pensado que el jugador que participa de uno de esos sitios, si no gana es porque no quiere...como jocosamente me decía una vez un compañero de fatigas; Se gana en comprensión del azar, se gana acumulando conocimientos matemáticos y de estadísticas que nos pueden servir en otros ámbitos, cultura relacionada con los compañeros de lugares dispares y... a veces hasta se gana a la ruleta...

Orlando Slite

El jugador no se siente un jugador, para él ese título solo se puede aplicar a otros jugadores, si acaso se siente un escrutador de lo imposible.

El jugador se siente creador y espejo de cuanto sucede en su entorno y en la ruleta, ambos adquieren una significación con tintes de procesos emparentados por no se sabe que compleja formulación matemática.

 El jugador busca una teoría unificada que dé sentido a esa realidad o dualidad: azar ruleta y azar de su entorno.

Todo pensamiento y conducta en el jugador tienen su reflejo en los códigos azarosos que le rodean.

El jugador trabaja para decodificar sus percepciones y relacionarlas con los mecanismos sutiles que aun siendo independientes producen como una aureola azarosa que va más allá de los resultados que arroja la máquina; su propia vida.

Orlando Slite.

En su trabajo de dcodificar el entorno el jugador se trasciende a si mismo y se independiza del observador.
Renuncia a su yo de algun modo y lo usa en vez de ser usado. Es una alquimia mental superior a la que la poca gente puede acceder y mucho menos conocer o imaginar.

Comprende que el universo cataliza resultados para él y le da igual donde juegue.
Entonces descubre que tiene todo un mundo de cosas con que jugar y un tiempo limitado.
Sabe que la última bola puede estar dando vuelta la esquina y cada ficha que pone tiene un sentido de responsabilidad trascendente, se sabe una partícula muy pequeña pero juega con el TODO.

El jugador es el ser mas solitario  y desconfiado pero ironicamente está condenado de por vida a buscar coincidentes y a abrir su alma a ellos a falta de Dios.
Pesonaje curioso si los hay 

Comprende que el universo cataliza resultados para él y le da igual donde juegue. Entonces descubre que tiene todo un mundo de cosas con que jugar y un tiempo limitado. Sabe que la última bola puede estar dando vuelta la esquina y cada ficha que pone tiene un sentido de responsabilidad trascendente, se sabe una partícula muy pequeña pero juega con el TODO.





Fuaaaaaaaaaaaaa

Parafraseando a algun referente.....

Julio mismo lo ha admitido esta noche en el chat: son palabras de jorge

Estimados; después de un impas por cuestiones personales retomo este tema que me parece intetesante porque intento entrar en lo más recondito de las inquietudes del jugador que trabaja para domeñar el azar en su propio provecho.

Esto solo ha sido la introducción de un relato que hacía tiempo acariciaba.

Saludos Álvaro alias Orlando Slite.

El jugador también puede ser (afortunadamente para los demas) un divulgador.

El jugador se congratula que la ruleta, como la naturaleza a la que pertenece, no está limitada ni por el tiempo ni por la interpretación del jugador, pertenece al mundo del azar, y no es de ningún país, época o corriente de pensamiento.

El jugador intuye que cuanto más sabe del azar, más siente su ignorancia; más comprende cuánto queda de desconocido.

En el mundo del azar el sentimiento del jugador nunca está satisfecho: siempre hay nuevos conocimientos por conquistar.

Cuando el jugador toma poseción de su derecho a ser alguien que quiere investigar se pone de manifiesto, por una parte la fe en un progreso sin límites para la ciencia del azar y la paradoja del conocimiento, cuanto más conoce más es conscientes de lo que no sabe y, además, lo desconocido parece ser cada vez mayor que lo que se conoce.

El jugador se pregunta ¿En qué consiste el progreso del conocimiento del juego de la ruleta? ¿Realmente es ilimitado? Y ya puesto, ¿Es racional?

Estas preguntas podrían parecer intrascendentes para la investigación del azar como tal, esto es, el jugador investigador buscará sus resultados independientemente de si existe el progreso en azar o no, otra cosa es que sus posiciones filosóficas le influyan más de lo que está dispuesto a reconocer.

Pero, tal y como lo ve, no son intrascendentes -esas preguntas- en absoluto para un jugador y divulgador del azar, el divulgador debe contextualizar lo que cuenta, ponerlo en perspectiva, muchas veces histórica en lo referente a sus pruebas y resultados y en bastantes casos su posicionamiento, consciente o inconsciente, sobre el progreso conseguido será el que marque el enfoque de los hechos que intenta explicar.

No sólo eso, parte de su público tendrá probablemente una posición diferente y esta diferencia será un obstáculo para la transmisión del conocimiento, de hecho, cuanto más interés divulgador, más dificultades.

El jugador tiene una idea, aunque sea aproximada, de en qué formas diferentes puede entender el progreso de algún plan y sería de utilidad para que el divulgador pudiera hacer llegar mejor su mensaje o, al menos, comprender mejor las reacciones de partes de su audiencia.

La tarea de divulgador generoso es alto ardua, muchas veces incomprendida y denostada por quienes (una minoría casi siempre) admiten al mensajero pero no el mensaje por un temor a lo nuevo quizá, o porque el divulgador generoso no le da todo mascado, idea está interesante por cuanto permite tamizar el verdadero interés ya que sólo trabajando se puede llegar a la comunión con el divulgador...

Orlando Slite

El jugador es solitario per se.

El jugador consigue armonizar dos deseos: ganarse la vida con la ruleta e investigar por puro afán de saber.

El jugador nunca muere, una vez despertado su condición ésta no perecerá juegue o no.

El jugador sabe por intuición que el azar tiene secretos ocultos a la mayoría de los merodeadores de la máquina giratoria.

El jugador puede ser divulgador generoso pero hasta cierto punto y encontrar ese punto o frontera será su baza y su justicia.

El jugador deja de ser llamado jugador a medida que avanza y roba los secretos escondidos del azar.

Orlando Slite.

Un relato sobre la ruleta puede escribirse como creía cierto profesor que puso como ejercicio del día a sus alumnos que escribieran una novela con los cuatro ingredientes necesarios, según él: religión, nobleza, sexo y enigma.

Pues bien, una vez leí algo así:

"!Ay dios mio! (religión) -dijo la señora marquesa (nobleza)-, estoy embarazada (sexo) y con esta barriga no llego a dónde quiero poner mis fichas (enigma)".

Sudor y mucho ajetreo, gente curiosa manoseado las fichas y haciéndose un lugar cerca de la mesa, más gente (paseantes medio perdidos) ojeando los cartones entre las manos con sus códigos secretos y obviando a los caníbales de paños.

Los hay hasta que se leen libros de autoayuda antes de entrar al templo como por ejemplo "quien movió mi queso", creo que ese jugador ya se ha vuelto loco, a un tonto le das una tiza para que dibuje algo con sentido o algún  sistemita para docenas y no hace otra cosa más que garabatos sin darse cuenta de que los hace.

Es que de todo hay en los casinos del señor como veremos más adelante.

Orlando Slite.

Cuando el jugador no era jugador y entró por primera vez a un casino (hablamos de un jugador de ruleta) no era consciente de que sería un jugador, voy a dramatizar y decir que no era consciente que era un jugador desde tiempo sin saberlo.

No tardó ni un instante en conocerlo porque todo fue ver la ruleta en funcionamiento y su mente ponerse a cavilar como funcionaba aquello, por qué nadie atinaba y se golpeaban la frente en señal de autoinculpación por haber hecho algo mal.

Desde ese pensamiento ya se sabe jugador, y aún no apostó en el paño, pero ya había apostado a que encontraría la forma de vencer a la rueda.

El jugador mira a su alrededor y no se cree lo que ve, todos los que ponen su dinero en la mesa excepto algún loco que acertó se van malhumorados y maldiciendo la máquina.

El jugador no puede comprender que la banca pueda ganarles a casi todos, montones de fichas de todos los valores, cuando está claro que está expuesta a la inventiva de cientos de jugadores a diario, él mismo -el jugador- intenta que sus pensamientos no se noten pues está maquinando un plan para conseguir lo que solo consiguen unos tontos de vez en cuando por casualidad.

El jugador aún no puso una ficha en el paño.

Orlando Slite.

El jugador observó, despreció a los listos que no acertaban y a los tontos que acertaban y no gestionaban su acierto.

Puso su primera ficha a rojo y acertó, luego otra a docena y triunfó, más tarde apostó por los impares y obtuvo premio, quedó satisfecho, miro con aires de superioridad a todos y se marchó.

El jugador cambia sus fichas ganadas con recelo y camina hacia la salida no sin mirar de soslayo a los señores con traje que vigilan la sala, piensa que se lo lleva muy fácil, unos cuantos euros, tiene miedo que no le dejen entrar al día siguiente.

Orlando Slite.

Estaba yo el otro día en un casino mirando distraídamente las formas geométricas que formaban las fichas de los jugadores en el paño, -no me van a creer si les digo que se me aparecían como un cuadro abstracto con distintos colores muy atractivos y es debido creo a mi afición por ese tipo de pintura-,  cuando al lado se plantaron dos tipos bastante dicharacheros y con las manos repletas de fichas, hasta el punto que de vez en cuando algunas conseguía salir entre sus dedos y caían a mis pies.

La situación no tendría nada de particular si no fuese porque la pareja se puso a hablar sobre la trayectoria de la bola en el carril del cilindro y sobre la caída de objetos, momento en el cual no pude por menos que pegar la oreja a la conversación...

Orlando slite.

Allí estaba uno de los dos con cara de incredulidad diciendo -¿Estas seguro?, no lo veo eh- y con razón no lo veía pues lo que el otro estaba asegurando mientras hacía juegos malabares para evitar que las fichas en sus manos apretadas escaparan a la fuerza de la gravedad, era que en la Tierra si dejas caer dos objetos desde la misma altura llegan al tiempo al suelo, y que de la misma forma la bolita discurre con una velocidad y tiempo tal que el giro del plato consigue igualara y que el resultado de ambas velocidades resulta en una caída predecible del esférico.  

El promotor de la idea estaba muy convencido de la veracidad de la misma apoyándola con razonamientos tales como: “sí, sí que lo he visto muchas veces” o “mira, tiremos una ficha al suelo los dos a la vez”.

El incrédulo le miraba con suspicacia tratando de armar un plan para desmontar esos poderosos razonamientos y tratando de esquivar a una abuelita que tiró por encima de su hombro -hombro del incredulo-, un puñado de fichas que increíblemente fueron a parar a primera y segunda docena en montoncitos bien apilados.

En estas estaban cuando por fin el jugador escéptico dio con un ensayo que refutaba el planteamiento de su compañero, y menos mal, porque ya me comenzaba a hervir la sangre...

Orlando slite.

“Tira tu esta hoja de apuntar permanencias y yo tiraré a la vez una ficha, a ver cuál llega antes”, el compañero quedó pensativo unos segundos, concluyendo al final: “Pero eso es por la masa”, de nuevo su acompañante se partía el pecho a carcajada limpia lo que provocó una leve sonrisa en mí y la consiguiente mirada fulminante del compañero.

El incrédulo zanjó la conversación con un: “Entonces, en la Tierra caen al tiempo los objetos que tu quieres, ¿no?, jajaja”.

En ese momento, decidí meter baza en la conversación de aquellos dos jugadores, ya se que me vais a decir que no se deben escuchar conversaciones ajenas, y mucho menos ir a un entierro en el que nadie te ha dado vela, pero creía que todos podíamos sacar algo de aquello y allí que nos pusimos a conversar olvidando yo las figuras geométricas que formaban las fichas en el paño ahora más llamativas si cabe puesto que la mesa se puso de bote en bote por no estoy seguro de qué cosa, creo recordar que estaba saliendo mucho el número 11.

Carraspeé un poco artificialmente y la primera pregunta que le planteé a aquel que suponía que todo cae al tiempo tras las disculpas pertinentes y los saludos oportunos fue: ¿por qué pensaba él que todos los objetos independientemente de cuales sean estos llegan al tiempo al suelo si se sueltan desde una altura determinada y también que la bola y el plato armonizan su velocidad?

Por la gravedad, hombre, la gravedad es igual para todos- me respondió enérgico mientras corría tras dos fichas que se le escaparon entre los dedos debido a su gesticular moviendo las manos arriba y abajo.

Bueno, eso depende. La fuerza de la gravedad con que la Tierra nos atrae no es la misma para todos los objetos sean estos manzanas bolitas o ese papelito con los apuntes de tu permanencia personal, pues depende de la masa de ese objeto.

Lo que si es igual para todo lo que cae es la aceleración de la gravedad, el famoso 9.8 m/s, que es a lo que te estas refiriendo.- le respondí tratando de ir dando luz a aquello y cazando yo ágilmente al vuelo otra ficha saltarina del acompañante más mayor y el más nervioso de los dos.

Pues eso, que todos estamos sometidos a la misma aceleración por parte de la Tierra, a eso me refería- contestó...

Orlando slite.

La búsqueda comenzó hace quince años cuando por casualidad te conocí toda alegre, chispeante, ofreciéndome sueños imposibles.

Anduve indagando en ti todo tipo de fragancias y deseos y me pregunto ¿que buscaba? es difícil buscar en los ocultos rincones de tu carne misma, de tu piel misma, de tu alma misma, es difícil buscar lo que escondes, lo que piensas, eres eras y serás una increible ciudad sin agua, y eres ese misterio en que te transformas en cada visita a tu templo y que me ayuda a hacer volar mi imaginación.

Siempre imaginé tus rojos y negros encantos en los que me complazco, hay olvidos, hay naufragios, hay niñez, hay sueños, hay perdidas, hay ganancias hay tanto de lo que uno siempre lleva dentro.

No es por culpa de nadie, pero he habitado muchos años en dos mares sigilosos, y con mis dudas, me he revolcado con arena que bebe de las caracolas de cuando era un niño y siempre he querido dar miles de vueltas como tu en distintas revoluciones a mis deseos, es como si me hubiese dado constantemente al onanismo pensando en lo que eres, en esa sensación que emites o transmites.

Estos años he estado residiendo en ese abismo profundo que es tu ser, siempre dije que eres como un pozo profundo, insondable, oscuro y luminoso, donde habitan la  luz y  las sombras, y muchas veces te he imaginado sin necesidad de ir a tu altar, allí donde las dunas se convierten en soles, o en olas acariciando tus senos giratorios cubiertos de diamantes...

Orlando Slite.

La ruleta es como una cama promedio.

Tus actitudes funcionan como barreras; entonces la ruleta nunca llega a ti como es, tiene que encajar en tu filosofía, en tu ideología y en esa misma adaptación, algo muere.

Hay una antigua historia griega:

"Un fanático rey tenía una preciosa cama de oro, muy valiosa, adornada con miles de diamantes y siempre que había invitados en palacio él les ofrecía la cama. Pero existía una condición: el invitado tenía que encajar en la cama. Si el invitado era un poco más largo, el rey lo hacía cortar al tamaño adecuado. Por supuesto que como la cama era tan valiosa no podía ser modificada, pero el invitado podía ser cortado de acuerdo al tamaño de la cama, ¡cómo si la cama no existiera para el invitado, sino el invitado para la cama!

Y es muy raro, casi imposible, encontrar a un hombre que encaje perfectamente en una cama ya hecha. El hombre medio no existe, recuérdalo; el hombre medio es una ficción y la cama estaba hecha para un hombre medio. El rey era un matemático, había hecho un gran cálculo. Había medido la altura de todos los ciudadanos de su capital y luego había dividido esta cifra entre el número de ciudadanos; así obtuvo un promedio fijo. Ahora bien, en la capital había niños pequeños, gente joven, gente vieja, pigmeos y gigantes, pero el "hombre promedio" era un fenómeno totalmente diferente. No había ni una sola persona en toda su capital que fuese realmente promedio. Yo nunca me encontré con una persona promedio, la persona promedio es una ficción.

Así, quienquiera que fuese el invitado, tenía un problema. Si era más corto que la cama, el rey tenía profesionales que le estiraban hasta dar la talla. Ese debe de haber sido el principio del Rolfing; Ida Rolf lo debe de haber aprendido de ese rey. Por supuesto que el invitado moría, pero el rey no tenía la culpa, él lo hacía todo con la mejor intención del mundo"

Osho.

Orlando Slite.

No sé un palote de colores binarios;

Pero esta máquina es generosa y casi todo crece en su circunferencia frenética.

Si la punta de mi dedo.

Si el agujero del número.

Si la ficha inocente.

O se enredan, mis manos en las casillas cuánticas.

Como la verde hiedra.

Y el sol muerto.

Y las noches largas.

Aunque me crezcan los enanos de mi permanencia y se vayan a la universidad del azar.

Siempre podré decidir seguir aquí, como París.

Desesperado.

Por partirnos a besos tu y yo.

O tal vez por si acaso te hablo.

Y mereciera la pena trasplantar la esperanza.

A la cresta de una ola inversa.

Sé muy poco del tiempo.

Sé que hace tic tac en mis bolsillos.

Que se me cae el pelo y los acentos.

Y mi oro y las agujas del reloj.

No me perdonan ni un sólo pecado.

Sé menos de eso que nadie que llamas jugador.

De las docena bravas y líneas relampagueantes.

Que yo te quiero.

Y he plantado una idea en tu honor.

Donde ningun tirada de exel está prohibida.

Y al azar.

Me encamino como un tigre.

Me encamino.

Orlando Slite.

Sé que soy un jugador cuya pasión incontrolada me lleva a lugares invisibles para las mentes comunes.

Aún cuando diga que soy un jugador incomprendido o quiera sentirme como un tímido adolescescente.

Sé que algunas veces estoy muy seguro de mis sueños vehementes.

Sé que me cuesta lanzarme al vacío de un sistema creado a deshoras.

Pienso que no dejo que me gane la inercia o la comodidad.

Soy un jugador creador de sueños, de vivirlos, de querer vivirlos, no siempre se dan los sueños, pero se dan cuando se tienen que dar.

Pues casi siempre imaginas mundos diferentes, mundos donde la dinámica sea uno mismo y eres lo que eres, y a veces lo que no eres.

Porque soy un jugador he escrito como una voragine envuelta en la magia de mis dedos.

Al recorrer sin par y silenciosamente tu entresijos.

Estas manos mias que sienten las ganas de los deseos, dedos mios que se alimentan de sueños.

Y me he inspirado en ti en todo momento.

Y que cuando siento que no vienes un dolor indiferente hace que me encierre en mi caparazón.

Yo soy así, un jugador que cae, que ha caido, que se levanta, que no teme a la dinámica, aunque a veces me falte voluntad para enfrentarla.

Orlando slite.