Obra de teatro en 5 actos o mas. Título: la vieja de la esquina de la mesa.

Obra teatral en 5 actos

Título:

La vieja de la esquina de la mesa.

Escenario:

Sin mencionar los cachivaches de la tramoya y a el tramoyista, es una sala amplia.
Hay una mesa herrumbrosa y encima una vela o cirio. Y una ruleta de juguete de los chinos.

Podría haber encima de la table fichas para jugar pero no. Solo hay un cuenco de habichuelas pintas (rojo) y otro cuenco de habichuelas negras.

Las paredes adolescen de ventanas, relojes y otros accesorios inútiles.

En un escritorio al lado una ventana (pues sí. Hay una ventana. Perdonen los espectadores y el apuntador), y por esa ventana no entra la luz del día ni la oscuridad de la noche. Es una ventana indiferente a todo. Anodina. Triste. Desvencijada. Una ventana que nunca dijo ni pio.

Y gente. Hay mucho público en el salón de butacas. Y bueno, debido a lo caro que están los sueldos de los actores, no hay muchos. Seguramente tendré que componer algunos actos con diálogos entres dos y soliloquios. En el primer acto solo están el apuntador y dos actores muy díscolos. Disco viene probablemente del cilindro giratorio. Iba a decir cilindro milagroso pero se me echarían al cuello los espectadores criteristas. Pobres ellos ya que los criterios los carga el diablo. Los criterios son esos conceptos que llaman a grito a la dispersión mayormente. Es un misterio que habiendo también equilibrio y concentracion, sea la P... diapersion la que aparece más veces. Es una hija de su madre. La del largo plazo.
Y P... quiere decir pena. Que se han creido. Mi libreto va a ser muy respetuoso. Va a ser un guión propio del santo Job.

Y para acabar la descripción del escenario de este teatro, rectifico el número de actos de este libreto satírico. Pudieran ser muuuuchos...

Comienza el primer acto.

El tramoyista cumple su papel (ya le vale. Es el que más cobra), y levanta el telon con parsimonia.

El apuntador es ese hombrecillo plantado dentro del suelo a espaldas del público y solo los actores le ven la cabecita. En este caso el cabezón. Dispone de una copia del libreto y recuerda a los actores si estos se quedan en blanco. Eso ya es dispersión del guión. Si al menos se quedarán en rojo o en negro...

Se oye una voz a cuello forzado desde el fondo. Por el foro más o menos. Y aparece un actor vestido con traje y corbata y llevando en las manos bolígrafo y libretita a cuadros.

Viene rasgango y rompiendo sus cuerdas vocales. —Venancio te lo dije: tuve que quitar mis fichas del paño interior y pasarlas a rojo y negro. Es lo que me aconsejaste. Y mira por donde aparece de pronto y sin avisar el 0.—

El actor del traje tose como un tractor y toma aire para otra voz en cuello. La vena cava del idem se le incha con peligro de explosión y él mismo se aplica la palma de su mano al cuello como queriendo contener la deflagración.

Mientra el hombre de la vena cava inchada decide si gritar o callar, entra también desde el foro del escenario un hombre chiquitito y regordete hablando pausadamente y con voz de croupier. —no va mas— que no. No dice eso. Es lo que le gustaría oír a los criteristas de la sala.

Y con con voz de croupier dice —el 0 es la salvacion de tu respuesta a los tres fallos. Fijate que cierras el micro asegurando la flotacion—

—que flotación ni niño muerto. Si yo no sé nadar como voy a saber flotar—
Esta vez, el hombre del traje con birome y libretita consigue aflojar la vena cava y con pausa forzada dijo lo de más arriba...

Con permiso de la audiencia acto segundo

La vieja está detrás del foro templando gaitas. Dice que se sabe el guión de carrerilla. Ni que fuera su trabajo escolar del siglo decimononico. Pasea sin parar y tropezando a veces con los bajos del telón. Cuchichea con la cabeza gacha sus frases, para retención dice ella. Y espera la orden del tramoyista para aparecer ante el público.

El respetable (publico) está impaciente porque dan las 10 y aun no cenaron nada. Los más avispados sacan de su talega las viandas para restablecer fuerzas y pasar el rato. Otros forman corrillos comentando las noticias vecinales del pueblo. —la Engracia ha comprado billetes de la viajera (autobus) para ir a la capital a jugar al casino— dice Manolo el carnicero desde la fila 9 de butaca . —pues esa va a volver embutida en un tonel jajaja— responde una parienta lejana de la Engracia mientras se oye desde la ultima fila: —si es que cabeeee— y toda la grada rie desordenadamente.

A eso que, inesperadamente sale de entre los telones del foro la señora mayor vestida de negro. Con paraguas y un velo hasta la cintura. La vieja se para frente al respetable al que dispara su primera frase: —esta noche lo voy a petar. Tengo un criterio fabuloso para lidiar con el toro dispersion— y alzando la cabeza y manos al cielo (tirando el paraguas al patio de butacas) permanece así unos minutos mientras el público enfebrecido aplaude sin parar.

No se pierdan la continuación del segundo acto. Alomejor hay sorpresas respecto al criterio de la abuela.

La abuela ha quedado petrificada con los brazos en alto. El entusiasmo del publico ha debido afectar su sistema límbico.
La platea del teatro descansa por fin de sus aplausos y la vieja reacciona. Se vuelve hacia el foro y toma asiento en un diván al lado de la mesa donde yace expectante la ruleta de juguete de los chinos.
A eso que aparecen en escena dos caballeros mayores con aires de suficiencia en el tema ruleteril ya que van comentando no se qué de los conceptos...

—Amigo, de los conceptos no se come.—

—Que me vas a contar querido. los conceptos se comprenden rápidamente, y nos dan una visión de una parte del cuadro que se nos antoja ideal jeje—

El público enmudecer ante tanto juicio y sabiduría.

—Es verdad  Germán.   recopilar muchos conceptos significa que vemos el cuadro completo o casi completo. Al menos eso creo—

—Mira Martínez. Cuando comencé a jugar a la ruleta. Jeje ya hace siglos.  enseguida se me apareció un concepto grande, grandioso y pensé: creo que yo puedo ganar a esta máquina. Y luego me puse a pensar e investigar cómo lograr eso. Pero no estaba consciente que ese gran concepto se desgranaría en muchos pequeños conceptos y que todos eran importantes. No sólo eso. Tambien se me escapaba que conseguir la aplicación del gran concepto me llevaría mucho mucho tiempo.—

—Yo creo amigo Germán que lo bueno que tiene desear alcanzar alguna meta con fervor casi religioso es que el tiempo ya no representa un obstáculo. El tiempo amigo. Algo que ya no nos sobra a nosotros. y no hay desesperación entonces, sino trabajo continuo.—

—Martínez. Los conceptos surgen como setas ¿no te parece?  nunca hubiéramos imaginado que para entender un poco la firma del azar tendríamos que estudiar e investigar tanto. Madre mía. Mejor hubiera sido una carrera de medicina jaja. Y lo de "a está máquina le puedo ganar" en cosa de dias, ahora me parece una frase pueril por falta del conocimiento necesario entonces—

—Sí Germán. Llega un momento en que si queremos estar a salvo de la sangría que representa jugar sin una estrategia, tenemos que comenzar a jugar aplicando cuanto menos conceptos básicos que nos acostumbren a que no hay dos lados; "ganar mucho o perder toda la caja".—

Se escuchan sibilancias y ronquidos desde el patio de butacas. No se oye ni mu. Nadie dice este aplauso es mio. El que no ronca come a destajo las viandas. Y se van pasando unos a otros el pan, los quesos y los chorizos.

—Martínez. Una vez que entramos en la dinámica de optar por una defensa aplicando conceptos básicos, será más fácil pasar al alimento sólido de los conceptos difíciles que buscando su aplicación acertada nos hará pasar a la fase de ganar sostenidamente. Pero creo que no Hay un atajo. Primero el estadio de aprender a no perder y luego la fase de ganar.—

—Sin duda Germán. Es verdad que Hay más conceptos que explicaciones de formas de aplicarlos, pero cada día estoy más convencido que cada persona tiene que encontrar su forma de aplicar un concepto dado. Porque posiblemente mi forma de estrategia me sirve a mi pero no funcionará con otro jugador ¿no te parece?

—Por supuesto amigo. Ell hecho de que cada cual tiene cualidades y conocimientos acumulados distintos, es lo que puede hacer que un concepto aplicado no funcione de la misma forma en todos.—

La abuelita quedó dormida en el sofá. Los señores orondos de los conceptos se marchan por el foro. Y el público recoge las sobras de sus viandas esperando el acto tercero.

Acto tercero.

De nuevo la abuelita discute con el apuntador entre actos. El telon está echado. Así que el público no debería oír nada.

—no entiendo como dejaron que eso dos señores regordetes me suplantaran y hablaran de un tema distinto a lo que firmamos en el contrato—

El apuntador, como cabeza visible del escenario intenta capear el temporal. La abuela no ceja en su empeño de empeñarse en todo.

—señora. Recuerde que usted se durmió en pleno acto y estaba ricamente en el sofá silvando y roncando. No hubo más remedio que contratar temporalmente a dos señores que pasaban por la puerta del teatro de regreso de un casino.—

—Sí pero no—

Esta fue la única respuesta de la vieja y ya que faltaba un minuto para comenzar el siguiente acto, se dirigió todo lo rápido que le permitió su falda negra arrastrándola por el suelo hasta el fondo del escenario para después salir a la llamada del apuntador. Esta vez, la señora, una vez comenzado el tercer acto, no se dirigió al público ni levantó las manos al cielo como pidiendo bendiciones. Tenía todas las tablas a su disposición para pasear de arriba abajo esgrimiendo su tesoro: un soliloquio deslumbrante.

—no puedo comprender a mi homónima en años, la señora doña azar. Los matemáticos...—

mientras la mujer entrada en años hablaba, iba de aquí para allá pero no se dirigía al público directamente. Es más. Se diría que lo ignoraba a conciencia. No quería que ningún aplauso mancillara su discurso.

—...los matemáticos manejan los numeros a su antojo. Nunca se sabe si hablan en serio o en broma. Juegan con los guarismos como un niño lo hace con un trenecito. A capricho de sí mismos. Y de un día para otro abandonan su juguete y piden otro nuevo y diferente...—

La anciana está pletórica y sus palabras resuenan en la platea de tal forma, que los presentes no se atreven a repetir la merienda del acto dos. Temen sacar salchichas y sobrasadas no sea que la mujer suba las manos al cielo y pida al ser supremo una lluvia de rayos y centellas.

—...por eso, la ruleta desde su fundación por los hermanos bla bla bla, está dominada por esos señores que escriben fórmulas con más letras y signos que números. Y que me dicen de ese invento de los tres estados. Sabemos del problema casi irresoluble de los tres cuerpos y que como demostró el matemático francés Henry Poincaré no existe una fórmula que lo rija. No. La ley de los tres estados del azar es totalmente apócrifa. Renacentista. Difamatoria. No tiene pies ni cabeza y mi guión dice que...dice que...— y en voz baja se dirige al hombre sin cuerpo —...¡perdone apuntador¡ ¿que me dice usted? ¡AH¡...—

y alzando de nuevo la voz propia de un vendedor de pescados al tres cuarto.

—...que eso. No tiene pies ni cabeza...—

Un momento glorioso se transforma en un instante jocoso. La actora se ha trastabillado pero se recompone y prosigue.

—... decía que los tres estados del azar son un invento de esos matemáticos que buscan nororiedad y bla bla bla...—

La anciana va dando largas al meollo de la cuestión. Quiere dejar para el final el summum de su disertacion. Y el público se va marchando poco a poco como haciendo que no se marcha para no dar la sensación de que lo hacen por aburrimiento. Mientras que la vieja ahonda cada vez más en sinónimos de lo mas.

—...la cumbre. La cima. El meollo...—

Será mejor cerrar este acto. La abuela entró en un círculo vicioso. Seguramente lo petará en el siguiente acto. No se lo pierdan.

El presupuesto no da para más. Los dos señores que pormenorizaron los conceptos en el segundo acto quieren repetir actuación y ya están firmando un contrato. Dicen que si ganan más que yendo a la sala de juegos donde sus conceptos parece que pierden fuelle cada vez que los usan. Pero cacareados a pleno pulmón de cara a la platea del teatro resuenan con fuerza y parecen ideas potentes.

—señor apuntador, aquí tiene nuestro contratos firmados. Además nos reafirmamos en la cláusula 99 donde se nos promete que la señora de la falda negra no nos molestará ni pedirá con las manos en alto una maldición del cielo estrellado—

—no se preocupen señores jugadores. Todo está atado y bien atado. Por cierto señor Fernández: átese los cordones de sus zapatos que puede caer sin querer al foso de la tramoya. Ya no caben más actores despistados allí.—

—entonces...—

Termina el compañero de fernández que todavía no dijo esta boca es mia—

—...entonces, pasamos a la sala de conferencias a revisar nuestro guión. En el acto cuarto tenemos un diálogo épico. Mañana se hablará en todos los medios de nuestra disertacion. El señor Manrique estará feliz cuando hablemos largo y tendido sobre los números esos que no existen y que nunca existirán. Y hasta ahí puedo contar—

Los dos jugadores se marchan raudos a la citada sala de conferencias ya que el cuarto acto esta a punto de comenzar. Tienen problemas con la numeración de las páginas de sus guiones. Como los números no existen, pues se pierden entre las hojas.

—¿que es el 2? ¿Que es el 14? ¿que son los 37 guarismos del plato? No son nada. No existen. Son conceptos que transformados en aciertos y fallos iluminan nuestro juego. La banca...—

Uno de los señores orondos y sabiondos profiere la parte de su diálogo de cara al público. Bueno, lo que queda del publico. Porque muchos, una vez que acabaron de consumir sus viandas se salieron se puntillas y si te vi no me acuerdo.

—...la banca está a la que trina. No acepta la petición de algunos jugadores sobre quitar del paño tanto guarismo que debería ser inexistente. Y yo. Y nosotros. Y todos los que comulgan con jugar a aciertos y fallos juramos y perjuramos que este es el camino ...He dicho—

La sala quedó en silencio total. Solo se oía el eco de la última palabra proferida por el actor apagándose como la última nota de piano en un concierto. Y seguidamente, los asistentes que quedaban en la platea prorumpieron en aplausos y oles. Todos de pie con lágrimas en sus ojos pero preguntandose que era eso de que los números no existen. Por supuesto, la sobreactuacion del actor procer es ya un hecho establecido en teatro. Y no sería teatro, no habría espectáculo sin sobreactuacion. Sin un público enfervorecido y entregado.

—compañero— responde el otro actor —no sé que decir ante tanta sabiduría. ¿Recuerdas ese día en que acertabamos y acertabamos? Todo Aes. Los números se removian en su tumba si es que alguna vez existieron y murieron—

—Sí compañero. Lo recuerdo con pristina claridad. Lo estoy viendo. El croupier no paraba de arrimarnos montones de fichas. Tuvimos que pedir un carrito de la compra de supermercado—

—Sí Fernández. Fue épico. Todavía retumba en mis oídos: "32, par y pasa" reconozco que al decir el croupoer 32 no estuve de acuerdo. Hubiera sido mejor "acierto, acierto y acierto" pero no se puede tener todo en esta vida...—

El señor sin cuerpo  enterrado en el suelo y cubierto por una marquesina de ventana. El apuntador. Se quedó dormido. No tuvo que enmendar ni recordar ninguna frase. Los dos actores, parecían que toda su vida se fraguó en las tablas de los teatros. Cuando en realidad, se fraguó sobre la moqueta roja. Y hasta aquí el cuarto acto.

La abuela es jugadora nata y tiene el don de la ubicuidad. No fue casualidad que se encontrara en los pasillos de los camerinos con la pareja de jugadores que un rato antes le hicieron mutis por el foro. Estaba dispuesta a todo con esos dos que le robaban protagonismo en el escenario. Sobre todo, porque ella piensa distinto respecto a como ganarle a la ruleta. Su codo es invencible. Lo mismo pone su ficha a voleo mientras comenta con otro jugador el jiro y salto que hizo la bola hacía un momento. Y si no puede acceder a su esquina preferida de la mesa porque hay mucho público poniendo fichas en el tapete, mete la mano entre carnes y que la ficha quede donde dios quiera. Entonces se pone a rezar fervientemente.

El acto cuarto va a comenzar y ella ya está entre telones dispuesta a salir y darlo todo. El tramoyista le advierte que no se acerque a las tramoyas so pena de quedar enganchada con garfios, nudos y maromas.

—no se preocupe joven. En mi pueblo yo era la encargada de subir los pesados telones de la casa de tia antonia cuando hacíamos nuestros teatros. Yo descubrí como desatar el famoso nudo gordiano. Fue fácil. Como era gordo, solo tuve que cortar las fibras sobrantes y me dio para confeccionar cinco canastos—

La señora de negro no cabía en sí  misma. Tenía cierta gracia los vericuetos que hacía moviéndose entre telones y cuerdas. Hora asomaba la cabeza por un roto de la tela, hora iba a gachas reptando hacia el kiosko del apuntador para comentarle alguna cosa. Pero el acto quinto tiene que comenzar.

Las ñoñerías de la abuela no tienen fin. Es propensa a estallidos emocionales de juventud. Sus recuerdos están entre tinieblas neblinosas. Recuerda y no recuerda a la vez. Es una  mujer gato de Schrödinger. Está en el escenario y no está. Es actriz y no lo es. Sin embargo deja de ser gato a la hora de presentar sus honorarios dice ella.

Es propensa a pensar linealmente. Eso quiere decir que lleva a cabo sus propósitos uno a uno.
No le gusta compartir espacios con nadie. Especialmente con esos dos actores con bigote venidos a menos que hablan sin parar de los conceptos. Por eso dice que tres son multitud.

Presume de tener una trayectoria profesional auténtica. Talentosa. Excepcional y de especial sensibilidad. Claro, no tiene abuela. Ella es la abuela.
Su vocación no es solo ganar en los juegos de universo 37, sino que es versátil. Con razón su madre que en paz descanse vaticinó que tenía un futuro prometedor y que su fama sería incombustible y eterna. Y de momento, lo de eterna se esta cumpliendo.

La vieja no deja de echarse flores siempre que puede. Y dice que cada proyecto tiene que ver con lo que ha hecho antes. No existe un modelo de juego en su vida. Pero cada estrategia le ha dado algo tangible: Dinero o experiencia.
Las ganzadas en el teatro y su viz cómica son innegables al verla como se desenvuelve entre bambalinas y fuera de bambalinas.

Cuando pone una ficha alejada en el paño, su pie izquierdo dibuja en el aire una pirueta al estilo Lina Morgan. Cualquiera que la ve de espaldas hacer cabriolas con el pie exclama: Lina Morgan. Y cuando la dama vuelve la cabeza vuelven a exclamar: no es lina Morgan.

Acto quinto.

Se abre el telon y la actriz vestida de negro hace su aparición. De dirige sin prisas hacia el borde del escenario para estar visible a toda la platea. No se sabe por qué el patio de butacas está lleno de nuevo. Yo me imagino que los que se fueron de puntillas solo se ausentaron en busca de más viandas. Pero no lo imagino. Lo sé. Para eso soy el autor. En fin. La dama de negro, como tiene por costumbre, comienza su soliloquio levantando las manos al cielo. Está borracha de protagonismo y lo pregona a los cuatro vientos. O más bien a los cuatro telones.

—queridos todos. Este acto tiene la finalidad de demostrar una vez por todas como yo, una humilde jugadora de una sola mesa consigue arrancar a la banca una plata generosa con mis artimañas..—

Su verso es ahora pausado. Como si quisiera demostrar que sabe de lo que habla. Ha bajado las manos del cielo y las tiene colgando agarrando su vestido negro. Es una muestra de entrega a su público. La verdad es que la actriz se está tomando libertades que no le corresponden. No puede hablar directamente al público. Tiene que actuar según su guión. Cuando termine la función tendrá que dar cuenta al autor: un servidor de ustedes que me gano la vida escribiendo guiones y no permito que ningún actor o actriz me tome el pelo. Y rebobinando, dejo que la señora siga con su actuación.

—Verdaderamente, la cosa no me fue fácil ni rápida. Y ya ven que yo todavía soy joven. Ya lo dijo mi madre que en paz descanse, que mi fama sería eterna. Voy a cumplir 99. En realidad, lo de que no fue fácil es el primer descubrimiento que yo hice. Y más tarde, lo de insistir ya dependió de mi  carácter y de mi interés.
Mi juego es muy personal. Cuando pongo la ficha en el paño estoy completamente sola frente al azar a pesar de haber estudiado a los pretendidos maestros. Esos que negaron los números. Jajaja, me rio yo de los números. Mi codo es una de mis artimañas. Nada de paracaídas amortiguadores ni nube de insectos. Nada de viajar por los cielos estrellados y galaxias lejanas. Yo pongo la ficha a voleo y entonces comienza mi charla con el azar. Y como dijo un sabio:
"El azar nos cobra por hablar, pero también paga si le oímos con atención..."—

Todo fue mencionar a ese sabio y juntó las palmas de sus manos en pretendida y silenciosa oración.

—... y que la señora azar le tenga al Tanausú en su santa gloria del largo plazo. Amen—

No sé si se está despidiendo del publico o está haciendo un inciso del acto. De todas formas me va a oír después del idem.

Predigo un entreacto hablando yo en serio con la actriz díscola.

Le recordaré que mi buena impresión hacia ella comenzó hace años en una mesa de casino como ya conté. Puse mi ficha a rojo y en un momento dado dio con su famoso codo a mi plástico que se desplazó al pleno 11 resultando ganador. Ahora sé que fue casualidad pero se lo agradecí en su momento. Y eso no es óbice para que ahora no obedezca el guión.

Todo arreglado o eso creo. Nuestra actriz estrella se aviene a mis requerimientos de obediencia al guión. La verdad es que no quiero prescindir de la abuela. Enfervoriza al público con sus salidas de tono. No importa que este público de villa conejos, humilde y amantes del teatro no entiendan a veces las preroratas de la diva. Se entregan desinteresadamente y con fervor.

—Señor guionista. Tiene que entender que mi publico pide más. Ellos no tienen casino y suplen esa escasez de sala de juegos con mis enseñanzas. Poco a poco van aprendiendo que el azar es esquivo. Poco confiable y huraño porque...—

Sí sí. La entiendo señora. Pero mi guión es perfecto y tiene que ceñirse a él. ¿O es que quiere quitarme mi trabajo como lo hace con los dos actores que contratamos cuando a usted se le da por dormirse en plena actuación?

—...porque si no fuera por mí esos pobrecitos serían carne de cañón de la doña... que sí señor guionista. Le entiendo. Seguiré su guión como si fuera la biblia de la ruleta. Quédese tranquilo. Y en cuanto a esos dos venidos a mas los acepto como actores de sustitución. La verdad es que estoy de acuerdo con sus ideas conceptualistas. No como otros que se empeñan en decir que solo hay aciertos y fallos. Vaya despropósito. El mundo al revés. Quieren borrar de un plumazo todo lo que creemos desde tiempos inmemoriales: que la dispersión es nuestra enemiga. Que el equilibrio es una crema sanadora. Y que la concentración es el cielo de los jugadores.—

Tenga en cuenta señora, que los conceptualistas también creen en los aciertos y fallos. Y en lo que a mi respecta me agrada esa teoría. Hay que ponerse al día y borrar de nuestra mente ideas retrógradas que nos impiden salir airosos de la Sala. Y a propósito de sala. Le toca salir a escena y a ver como se porta. Y no asome la cabeza por un roto del telón como tiene por costumbre. Un día el tramoyista le dará un disgusto si no la ve husmeando por el agujero.

—Mis queridos espectadores de villa conejos. Este acto sexto tiene un propósito excelso. Tiene como fin que los que estén deseosos de ganar y aprender lo hagan de una vez—

No sé no sé. La actriz doña manuela está muy motivada y espero que sepa transmitir al respetable toda la teoría que tuve a bien reflejar en su guión.

—no es que yo considere que los aficionados a jugar son caso perdido. Al contrario: todos los que se afanan  por conseguir réditos palpables y demostrables tienen mi beneplácito. Y por eso esta noche voy a derramar bendiciones en forma de conceptos muy poderosos. Es un regalo del autor que puso en mi esa confianza—

Doña hurraca va bien. Como actriz es la bomba. Espero que como transmisora de los conceptos claves sea una bomba explosiva. El público esta casi desmayado. No estoy seguro si es por falta de alimento físico como un buen lomo adobado con pan de pueblo o por la espera de ese alimento mejor en forma de conceptos celestiales que les salve de esas pérdidas cuando van en la viajera a la ciudad a jugar sin ton no son.

—no es que mi respetable público no sepa de ruleta. Me consta que la señora Engracia tuvo suerte la última vez y se trajo al pueblo un buen sueldo...—

La citada señora Engracia esta sentada. Yo diria que arreyanada en la butaca. Y al oir las palabras de la actriz diva se regodea en su trono buscando la pose ideal que demuestre a todos su satisfacción. Nuestra actriz se muestra confiada y sabe lo que quiere transmitir al público de la platea. Se adivina por su pose relajada.

—querido público. No sé si alguno leyó en los foros de ruleta. En caso afirmativo podrán recordar dos palabras en una frase que resume lo que todos buscamos con nuestros juegos: ganar sostenidamente...—

La frase ganar sostenidamente la pronuncia silabeando las palabras con lentitud. Como queriendo dar énfasis.

—...quiero recordar el significado de ese concepto para que no haya confusión. Ganar sostenidamente no tiene relación con la suerte que toca. La suerte se puede añadir a la estrategia. Pero el factor principal del "sostenidamente" es otro...—

El público se remueve en sus asientos. Eso denota interés por lo que viene. No se oye ni una tos. Aunque espero que quien necesite toser lo haga por su bien.

—...Entonces, toca hacer la pregunta de forma seria. ¿Hay alguna esperanza de ganar sostenidamente? con todo lo que hayan leído a lo largo de sus andaduras por los foros, alguien se da cuenta que hay algunos jugadores que dicen tener la cosa controlada y ganan en los promedios. Otros, aseguran que la experiencia les ha enseñado a defenderse bastante bien. Otros más, no dicen nada pero podemos leer entre líneas que les va muy bien. A veces surgen voces pidiendo a los que ganan que se identifiquen y nos digan sus fórmulas de juego. Su carnet de identidad. Que hacen por las noches y qué comieron la víspera de su cumpleaños...—

La palabra comer no es muy acertada teniendo en cuenta que el público lleva 5 actos de abstención culinaria.

—...En definitiva: donde poner la ficha. Entonces, ganar sostenidamente es una meta deseable pero que implica mucho trabajo y mucha técnica. Los que lo consiguen no tienen por qué hacer una lista detallada de cómo conseguirlo. Por otra parte, las estrategias son muy personales porque implica a la persona como un ente irrepetible. Pero sí puede dar pautas y conceptos que otros puedan manejar para adaptarlas a su forma de hacer—

Sí. La actriz lo dio todo en este acto. No sé si tendrá algo guardado para un acto 6. Sería muy ariesgado dado que el público lleva 5 horas sentado. Y seguro que ya no tienen nada que echarse a la boca.

Acto séptimo y colofón

Hablando con la diva, no pude convencerla de la necesidad de terminar la obra. De tener un poco de compasión con los sufridos espectadores. Al final, llegamos a un acuerdo: yo prepararía otra obra digna de su retórica y de sus tablas, y el acto siete sería breve y básicamente para dar gracias al respetable.

—mi querido público...—

La doña se refriega con un puño un ojo como si le hubiera entrado una mota de polvo o un pequeño insecto. Pero el público no es tonto y sabe que la actriz está emocionada.

—...fue un placer compartir mi experiencia ruleteril con vosotros...—

Eso sí: conociendo a la abuela, sé que está llorando a moco tendido. Parece que le hace señas al señor enterrado en el suelo pidiendo un mocador de papel.

—...y perdonen mi indisposición. He sentido en mi corazón...—

Lógico que solo sienta en su corazón porque es sorda como una tapia.

—...he sentido vuestro calor...—

Y también olfateado los quesos, los chorizos y el lomo adobado con pan de pueblo.

—...oido vuestros gritos y vuestras toses, por qué no decirlo—

Y las sibilancias y ronquidos. Pero la diva se debe al público y no menciona esas impertinencias sonoras.

—me despido de mi amable público hasta la próxima obra—

Y haciendo una profunda reverencia, da marcha atrás sin perder de vista la platea de butacas.