El cielo abierto

Había dicho el jugador Arthur que iría al casino con los demás, pero de pronto intuyó que no podría esperar ni tan solo hasta la hora fijada por descansar un rato.

En el establecimiento de hospedaje cercano al casino, el desayuno se servía puntualmente y él disponía todavía de una hora. No había dormido en la noche. Sin que nadie se percatara se escapó de incógnito al establecimiento de juego y por la mañana simuló que bajaba de su habitación frotándose los ojos.

Como el casino estaba cerca se preparo para dar un corto paseo durante esa hora de la que disponía en vez de ir a su habitación a dormir. Sabía que no sería justo ni conveniente jugar cansado y con sueño pero no podía decepcionar a sus amigos ansiosos por poner fichas en el paño.

Al subir a su habitación por la ropa adecuada e ir por los pasillos no podía evitar fijarse en la decoración insulsa y la miseria estética de la casa. Sintió su estómago revuelto al recordar la noche pasada solo en la sala de juego.
La irritación y desasosiego por las pérdidas y la estupidez de seguir a pesar de todas las advertencias de la caja menguante.

En la sesión de la noche anterior todo había sido bronco y estúpido y guardaba celosamente su secreto. Su actitud y modo de hacer delante de sus amistades tenía que ser escrupuloso si no quería quedar en ridículo. 

A veces, en las noches negras arropado en esa lúgubre habitación de motel pensaba por qué exponerse tan temerariamente delante de sus allegados, especialmente sus compañeros de casino y bares. Pero no podía imaginar una vida en solitario por mucho que el casino le atrayera. Por más que deseara estar a pie de mesa intentando ganar lo prohibido y sabía de sobra de la superioridad de la banca con su tasa como un muro casi infranqueable. 

Tenía sus motivos para obrar de aquella forma en sus juegos. Pero la experiencia  última estaba siendo peor de lo que temió al principio. Necesitaba un respiro. Disfrutar de aire fresco. De amplios horizontes, de sana naturaleza. Oler las flores, oír el canto de los pájaros aunque solo fuera un soso piar.

Pablo es el colaborador más cercano de Arthur. Forma parte del grupito de 5 ó 6 que suelen acompañarlo a jugar. Es el más cercano por llevar más tiempo investigando juntos, y por una amistad de largo recorrido desde la infancia. No importa lo que Arthur opine sobre algún juego, Pablo lo examina minuciosamente y lo mejora o lo desecha. Es el cerebro del grupo y curiosamente el menos jugador a pie de mesa. Le gusta la teoría más que nada y es lo que Arthur suele decirle, que con la teoría no se come. Que hay que arriesgar trabajar las mesas y si es necesario  hacer un agujero a la moqueta con los zapatos. Cosa en que Pablo no esta de acuerdo, su idea es atar todos los cabos y jugar lo mínimo ciñéndose a la teoría.

Pablo opina que la sala de juego es un paraje con pocos atractivos. Prefiere hacer sus practicas y pensar en cualquier otro sitio más confortable y tranquilo. Le parece que un lugar tan poco presentable como el hotel donde pernocta Arthur el ambiente y decoración cutre pueda ayudar a tener la mente abierta y limpia para sostener buenas ideas de juego. Pero será cosa de tiempo que pueda convencerle de dos cosas; cambiar de casa y no jugar por las noches.

Todos estaban ya esperando a Arthur para esa visita deseada a la sesión de la mañana en el  casino. Pero faltaba el rubio. El rubio se llama David pero recibió ese apodo por su pelo del color de la barba de choclo. El rubio no tenía fama de puntual pero era el mejor secretario que tenían para las mesas. Buena memoria y como él decía no se le escapa ni un número, todos quedaban registrados en su libreta, número y mesa. Su fama de buena memoria según él es que además de la memoria de corto plazo que todos tenemos y dura aproximadamente 9 segundos, él dispone de una segunda que le dura una semana y la llama; memoria de medio plazo.


El rubio se autoproclamaba un gilden bumble-bee o abejorro dorado, por su habilidad de volar de mesa en mesa buscando la miel en forma de números y otros parámetros del azar. El compañero de grupo más joven y considerado por todos como el niño a pesar de tener 20 años, le dice enseguida de verlo venir; abejorrito rubio vamos rápido que me tienes que convidar a un café que estoy sin desayunar aún. 


Como no podía menos que suceder, apareció Thomas de repente en la puerta de entrada del hotel, venía de su paseo matinal y todos cambiaron de compostura. Se apresuró a unirse a su grupo y comenzó a decir cosas inadecuadas respecto al juego que tenían previsto y forjado por Pablo. Éste y el rubio se cruzaron miradas escrutadoras como preguntándose de que iban aquellas salidas fuera de tono, además poco usual en Thomas. A esto que el rubio cortó el ambiente espeso con un comentario sin importancia respecto a su labor de secretario. Je je, he llegado tarde porque me quedé tiempo extra anoche en mi cuarto gozando de mi labor repasando las permanencias de ayer. Ya saben que Pablo no perdona ni una je je. A esto que todos soltaron una carcajada y salieron del hotel jugando como niños.

Si hay un encuentro que hace salivar a todo jugador melómano es el momento en que comienza esa música celestial de la bola rodando y luego tintineando mientras elige casilla. Es el preludio del anuncio de su acierto. En realidad, para un  no jugador no es musica sino ruido. Alguien ajeno a la sala no puede entender algo tan básico y necesario para el jugador. Entrar en esa atmósfera melódica es el primer paso para generar la buscada adrenalina.


Caminaban -casi trotaban- por la avenida que acabaría a las puertas de la sala de juegos. A veces ocupando casi toda la acera a lo ancho, cosa que algunos transeúntes les reprochaba. Alguna viejita intentaba hacerse a un lado murmurando entre dientes "jóvenes". El niño, cambiaba continuamente de lugar, ya al frente ya detrás, como queriéndose hacer notar por los mayores y recordando de vez en cuando al rubio que había que parar a tomar café y algo para mojar, Se lo había prometido. Se hacía evidente que a sus 20 años aún actuaba como un chaval.


La espextativa era alta de camino al casino. No había malicia en sus sueños pero sí algo o mucho de ignorancia. Pablo no dejaba de imaginar situaciones y frases en que pudiera meter en esas cabezas algo de sentido común respecto al juego. No eran malos chicos, solo pecaban de impetuosidad en las mesas y acciones generadas en las tripas en vez de en el cerebro.


 Mientras caminaban, Thomas se cambió de lugar para estar al lado de Pablo y le susurró al oído; Tú, lo tomas todo muy a pecho. Te repito que esta noche fui al casino para asegurarme de una idea fantástica pero tuve mala suerte.
Pablo escuchaba pero se contuvo. No era el momento. Estaba preparado con la contestación adecuada pero era mejor esperar. Thomas hablaba con sinceridad, con suavidad. Es diferente cuando se dirige a los demas. Pablo no dijo nada y Thomas, como si no pasara nada le dirigió una sonrisa inocente y se cambió de lugar.

Dandy es un chico reservado. Elegante y con buenos modales. Es el mas alto de todos pero no el mas mayor. Ronda los 25 años. Al unirse al grupo fue el niño el que comenzó a bromear con su impecable vestimenta llamándolo dandy, cosa que al nuevo no desagradó, al contrario, siempre esbozaba una leve sonrisa al oírlo. Dandy ya tenia amplios conocimientos sobre ruleta. Un tío suyo había sido un jugador conocido en el ambiente de casinos y le había enseñado todo lo que sabía. Es prudente y con buen ojo. Siempre que hace falta algún freno le hacen responsable de vigilar que el freno se active para cualquiera de ellos. A pesar de su reserva y actitud callada siempre es el que explica a todos algún asunto de juego que no se haya entendido bien, silabeando cada palabra con parsimonia. También suele ser el relaciones públicas por lo bien que se expresa.


El grupo bajaba por la amplia avenida sin la mas mínima dispersión. Su lema era 'siempre unidos' y parece que también lo cumplían en la calle al no separarse nunca pasara lo que pasara. En cierto momento la acera fue estrechandose de tal forma que tuvieron que ir casi en fila India por momentos. Era invierno declarado y a pesar de estar ya muy cerca del establecimiento, éste no se divisaba por mor de la niebla. Ya a pocos metros pudieron ver como algunas figuras casi difuminadas salían de la gran puerta del casino. El niño se adelantó corriendo hasta que casi le perdieron de vista pero intuyeron que había entrado en el edificio que ya se iba perfilando. A esto que todos se pararon en seco ante la entrada, se miraron por un momento como si todos pensaran lo mismo y accedieron a la recepción.

Thomas, Pablo y el rubio rondan los 30 años. Pero no hay disputas por mayoría de edad en el grupo. Las diferencias suelen ser por nivel de conocimientos unas, y por diferencias de pareceres otras. Pero siempre alcanzan un equilibrio de poder, o más bien de influencias en las formas de juego que quieren realizar. Pablo, el cerebro del grupo siempre insiste en que el juego no es un juego sino un posible trabajo. Y es una meta que no se puede alcanzar en dos días. Que un grupito es mejor que uno solo, recordando con insistencia que la unión hace la fuerza. 


El dandy y el niño también tienen su cometido en el grupo. Dandy, a medida que pasa el tiempo va demostrando su valía y conocimientos pero parece que al ser 5 años menor no le hacen demasiado caso en cuanto a promover algún tipo de juego. Pero sí confían en su habilidad para detener algún juego si ve que se está deteriorando o se han desviado de los criterios fijados. Pablo opina que esa tarea es un puntal muy importante en el grupo. El niño ayuda al rubio en la labor de conteo, apuntes e ir en busca de mesas con oportunidades. Pero siempre se queja de que no es un "vepo". "Ve por" esto "ve por" aquello.


-Buenas noche señorita, somos los de siempre. -Apunta Arthur a la recepcionista que comenzó a teclear el número de tarjeta de pase-
-Recuerde que con mi pase entramos los 5...

Después del paso necesario por la recepción pasan sin apuros a la sala de espera donde unos gandes sillones rojos les llaman a gritos y van ocupándolos como tienen por costumbre. La gran caminata por la avenida y repasar lo que cada uno tiene que hacer merece un pequeño descanso. Pablo se quedó un rato en un lateral de la puerta que da a la sala de juegos observando el ambiente. Después camina por entre los sillones rojos algo inquieto. Thomas lo observaba con interés. Está seguro que algo de lo que vio dentro de la sala le preocupa. 
-Siéntate Pablo- le aconseja con un tono amable. Desde el incidente  en que Pablo le recriminó su salida a escondidas por la noche para jugar está preocupado por lo que su compañero pueda pensar y hacer. Necesita hablar a solas con él y limar asperezas. Así que le invita a dar un paseo por las mesas de la gran sala. -Vamos a ojear- les dice Thomas a los demás. -Esperad aquí un momento-
Los dos amigos son  inseparables desde la primaria y cada uno conoce perfectamente las flaquezas y virtudes del otro. Eso hace que su amistad dure tanto tiempo.


-¿Supongo que has tenido tiempo de pensarlo? 
-Le dice Pablo sin preámbulos.-
-Sí Amigo, lo he pensado.
-Pero callas tantos días sabiendo que el tema me preocupa. A propósito, estuve husmeando cuando llegamos entre las mesas y vi que había muy poco público. Sabes que eso nos perjudica ya que las mesas van muy rápido y sospecho que los croupiers están avisados para que con poco jugadores pongan el acelerador para quitar las ganas a los metodista y sistemistas. 
-Thomas reacciona y ve el cielo abierto en que su amigo cambie de tema ahora.-
-estoy de acuerdo contigo Pablo...
- Cuando Thomas llama a su amigo por su nombre significa que está hablando en serio.-
...ya lo hemos hablado  otras veces, si tu quieres lo dejamos ésta mañana y volvemos a la tarde aunque ya sabes que a esas horas todo está saturado con mucho publico que estorba nuestro trabajo.
-Pablo va aliviando su preocupación al ver a su amigo tan colaborador y entregado a la causa. Por el momento no va a insistir en el tema de las salidas  de noche de Thomas. Ya habrá mejores momentos. Especialmente los días  cuando comen aparte de los demas componentes del grupo.


Mientras, Thomas está reflexionando respecto a su actitud. Piensa que no ha sido arrogante con su amigo. En su interior le da la razón. Ya tienen hablado desde el principio que esas faltas de disciplina no se toleran y pueden ser sancionadas tajantemente. Hicieron una pausa en su recorrido por la sala y convinieron volver a la sala de espera para avisar a los demás que no habría juego esta mañana.

El niño había elegido un sillón de una persona en el hall. Cosa rara en él pues su costumbre era compartir un sofá y achuchar a los de al lado a modo de juego. Siempre llamando la atención a falta de otros cariños en su casa.
-¿Por que te sentaste aquí separado del resto? -le susurra el Rubio mientras le revuelve el pelo a modo de remolino-
-¿Quieres tabaco?
-No gracias Abejorro, no tengo ganas, además aquí no se fuma. ¿Que quieres que nos echen a patadas?
-No hombre. Te lo doy para cuando salgamos. No estés enfadado, pronto entramos y tienes que estar fresco y despreocupado de todo. Eres una buena ayuda para mi en las mesas y no te considero un vepo je je. Ya ves que pillé tu chiste. 
El niño estaba a punto se soltar dos lagrimas, las sentia subir a los ojos y hacía fuerza para que no ocurriera. Le daba vergüenza que eso pasara mientras su amigo le miraba. Hizo como si le hubiera entrado algo y se restregó torpemente los ojos con los nudillos para disimular.
-¡Mira! ya vienen los compañeros de la sala -y tirándole con fuerza del puño intentaba levantarlo del sofá sin conseguirlo.
El miembro del grupo apodado el niño se llama Esteban. A él no le gusta pero fue un capricho de su padre y se conforma pero prefiere que sus amigos sigan llamándole el niño a pesar que ya va a cumplir 20. Fue Thomas quién le invitó un día a acompañarlos al casino después que Esteban le acosara a preguntas. Enseguida comprendió como tenía que buscar las oportunidades en las mesas según le decían y fue añadido al grupo con el agrado de todos. Recibe un porcentaje de las ganancias que le sirve para sus gastos y no se queja. Es trabajador y aprende rápido en los cambios de criterios. No necesita llevar apuntes del trabajo a ejecutar y hasta se atreve a veces a poner en duda las órdenes recibidas si no las comprende.

De vuelta los cinco a la avenida, ahora sin la niebla espesa y con un sol peleando por reinar en la fría mañana. En pocos minutos se separan en dos grupos después de haber dejado establecido la vuelta por la tarde a la sala y comprendido todos que fue una buena elección no jugar en esta ocasión. El Dandy, Pablo y Thomas optaron por seguir una ruta caminando que les llevará al mercado central. No son amigos de trenes y autobuses mientras haya un mínimo de condiciones para disfrutar de una caminata por calles y plazas. Beber del ambiente callejero con los cinco sentidos mientras se disfruta de un buen tema de conversación es algo que no tiene precio y a lo cual no van a renunciar. Los tres están rebosantes de vitalidad y con ganas de comerse la ciudad a bocados.


David y Esteban echaron avenida arriba para llegar sin prisas a un café, el favorito del Rubio. Éste, nada más salir del casino le invita a tomar y comer lo que quiera solo con la condición que sea en el café avenida. En pocos minutos están sentados en su rincón preferido. Con un gran ventanal desde donde se divisa una amplia zona de la calle. Un lugar privilegiado para ver el bullicio y de paso ir analizando a los distintos personajes que pasan y a los que entran en el café. El lugar escogido por el rubio no es un capricho. Éste fue un lugar importante años ha donde se habían sentado importantes escritores y artistas. Pero eso fue hace muchos años y aunque el lugar sigue siendo concurrido ya no tiene ese tufillo a celebridad y mentes abiertas.


No hubo una conversación importante. Ni siquiera hablaron de su trabajo diario que por otro lado les gusta. David lleva la voz cantante y cuenta a su amigo algunas de sus aficiones y llega increscendo al tema fútbol. Al niño le aburre hablar de todo lo que tenga que ver con pelotas pero hace como que le interesa un poco. Quiere ver feliz a su amigo. No tiene mucho donde elegir y esta contento solo con tener una buena compañía. Mientras dialogan un batiburrillo de frases inconexas van apurando ceremonialmente el café y los croasanes. No tienen prisa por salir a sabiendas que les espera media mañana más de paséos y charlas sin sentido.

-Piénsalo bien Thomas, cada evento es independiente. Por lo tanto la ruleta no tiene memoria.
-No parece que comer pizza y tratar temas exquisitos del azar sea incompatible. Los tres jugadores han acabado en su pizzeria gourmet en las inmediaciones del mercado central. Así que mandan un mensaje a los otros dos para invitarles. Thomas argumenta que hay que estar bien alimentados para poder diseccionar algo tan difícil como el juego de ruleta. Faltan pocas horas para tener una sesión y el cerebro necesita alimentarse también con pizza al gusto. Dandy, poco hablador le da la razón y se une a las teorías que son obvias. 
-Sí, eso se entiende Querido Pablo -argumenta Thomas- pero si es así poco nos queda que hacer, estamos en manos de la suerte y en definitiva no te necesitamos para inventar estrategias. Estás despedido. 
-Esta última frase la pronuncia en tono burlón para que su interlocutor y amigo se dé cuenta que esta de broma.
-Pablo, muy perspicaz ha provocado esa respuesta de Thomas a propósito. Quiere demostrarle que aunque los eventos sean  idependientes unos de otros, la ruleta guarda celosamente un plan que no está a la vista de cualquiera. 
-La conversación queda interrumpida. Llegan al restaurante el niño y el rubio. Al fin y al cabo son un equipo y les resulta imposible disfrutar de una buena pizza sin que estén todos. Los recién llegados ruegan a los demás que no interrumpan el tema del azar pero ya no es posible seguir. Llaman al camarero para atender a los adosados. Los juegos de palabras y bromas ya no paran en toda la comida. Es imposible comer, beber, tener de invitado al niño y hablar de cosas serias.
-Que os parece chicos... -dice de repente Pablo a todos con la boca llena y tratando de evitar que la comida salga de su boca 
-¿Que os parece amigos si continuamos ese tema tan interesante para nuestro trabajo en un pub estupendo que conozco con un buen café? Total, ya no dá tiempo de ir a casa a descansar, la sesion la tenemos pronto a las 6.

La tarde se puso melancólica. No eran las cinco y el aspecto de la calle era cono si estuviera a punto de anochecer. El cielo tenía tinte de querer extender de nuevo esa capa fría y húmeda de niebla blanca. Los 5 amigos estaban bien abrigados y no temían al mal tiempo. Se preparaban ya para salir del restaurante y dirigirse al pub propuesto por el miembro Pablo. Éste, junto a Thomas fueron los fundadores de la pandilla con la idea loca de ganarse la vida jugando a la ruleta. Los dos amigos se sentían suficientes para el plan pensado. Todo iba a pedir de boca hasta que por distintas circunstancias se fueron añadiendo tres miembros más. El Dandy  porque tenía una comprensión avanzada del juego y aptitudes, cómo trabajar bien en grupo. El rubio ha dado suficientes pruebas de su capacidad de trabajo matemático con las mesas. El niño a pesar de su juventud es muy responsable y entiede muy bien las consignas a buscar en las mesas aunque está flojito en matemáticas. Como él dice; "la ruleta solo tiene 37 números y yo sé contar hasta 38"  Presume a menudo que con esta frase humorística hizo reír a todos un buen rato.
-Como acordamos esta mañana, vamos a jugar nuestra sesión a partir de las 6 de la tarde. 
Y refiriéndose al niño y al rubio.
-Vosotros dos os podéis quedar en el hall. Vamos a centrarnos en solo dos mesas y hacer una sesión cortita. El nuevo programa de Pablo va a ser solo un ensayo que pondrá a prueba al generador real que es la ruleta mecánica. 
Thomas está tranquilo y comunica con un tono relajado y amigable pero deja entrever madera de líder. Todos están apurando su cafe en el pub y la música suave de fondo, apropiada para esa hora templa los nervios si es que los hubiera.

El jugador presume a veces de tener un extraño conocimiento anticipado de lo que va a ocurrir en el proximo giro. Quien no presume de ello es porque es mas introvertido o guarda para sí sus emociones. Esto incluye a veces la creencia de que su intervención en los acontecimientos influye en ellos de forma favorable. Es como si estuvieran convencidos que el azar les premia en compensación por sus males en la vida diaria. Una justicia que el azar les concede en secreto pues solo ellos creen que ocurre de verdad.


Thomas tiene muchas teorías al respecto. En cierta ocasión le aseguró a Pablo que al girar la bola siente un presentimiento muy positivo de éxito. Y que esto le hace aumentar las apuestas convencido que recibirá la respuesta que espera. Reconoce que no siempre recibe esa respuesta pero no puede evitar esos sentimientos mientras está en la mesa. Ésto, explica muchas cosas de su comportamiento y Pablo ha sido condescendiente y mostrado la paciencia que cualquiera profesa a un buen amigo. Quiere hacerle comprender que la ruleta no conoce a nadie, no oye, es una máquina inconsciente que solo obedece a ciertas leyes de la mecánica. Ésto es obvio para todos pero disociar los sentimientos de los hechos reales es complicado si se le da más valor a la parte emotiva que a la práctica. El hecho de que los dos amigos hicieran el proyecto de ir unidos es también para hacer de freno a las costumbres de Thomas respecto al juego en solitario sin un criterio definido.

Eran las ocho en punto de la tarde noche cuando los cinco jugadores pisaron la calle de nuevo. Para ellos la ciudad es un extraño mundo donde se mezclan maravillosamente la realidad y la ficción. Se tarda unos minutos en adaptarse de nuevo al ambiente callejero esa realidad fuera del casino y llega el tiempo para reflexionar sobre como lo han hecho. A veces se duda si algo como un juego que consta principalmente de azar puede ser mejorable. Los cinco jugadores están convencidos que se puede y por eso son constantes. En su universo de sueños realizables está siempre presente una vida sin estrecheces gracias a esos esfuerzos de tardes de estudio, prácticas y juego usando las utilidades que reúnen entre todos. Hasta ahora les va bien siguiendo las consignas de Pablo. Tienen para sus gastos. Pablo y el Dandy tienen trabajos remunerados. Los otros tres dependen del todo de lo que puedan ganar o mejor dicho; del positivo útil que pueden hacer en el transcurso de un mes. Hay ocasiones en que alguno tiene ganas de tirar la toalla pero la lealtad al grupo finalmente hace que esos sueños negros como los de una mala película se esfumen. Es verdad aquello de que juntos son más inteligentes y tienen más fuerza.
-No ha estado mal ¿verdad Pablo? 
-Thomas sale satisfecho de la prueba en una sola mesa. Lo decidieron así porque en la sala había mucho público y era difícil la comunicación rápida entre los tres. El líder había sentido algo diferente a otros días de juego. Thomas no era pretencioso, nunca aparentaba lo que no sentía. Cuando algo le agradaba o estaba contento tenía una sonrisa llana distinguible de otras ocasiones y esta vez estaba pletórico. 
-Bueno pandilla-
- Comienza Thomas a dirigirse a sus amigos en clave un poco de misterio y otro poco de esperanza.
-La sesión ha sido extraordinaria. No por lo conseguido monetariamente que ha sido modesto sino por lo que ésta estrategia promete. Tenemos que estudiarlo más a fondo y hacer más pruebas. Pablo tiene razón cuando dice que esto no es un juego sino un posible trabajo fijo. Jugar ya lo hacemos fuera y nos divertimos todos juntos pero en la sala, el trabajo se hace con seriedad y responsabilidad.
¿A quién le apetece otra pizza...?

-¡Dios mio! la bola entró en la calle 5. No puede ser -dijo Thomas.
La calle esperada no había salido aún y la atmósfera de esa mesa estaba sumergida en una triste paradoja.
-yo voy al bar a tomar un cafe para animarme- susurra el Dandy a los dos compañeros. Hubo jugadores que abandonaron la mesa pero nada tenía que ver con el juego de Thomas y Pablo. Tocó cambio de croupier y muchos jugadores creen que eso altera las tendencias de la mesa. Después de esas tentativas fracasadas sobre una calle que hubiera coronado aciertos anteriores con las seisenas Pablo aconsejó cambiar de táctica. Los intentos de calle restaron un 30 por ciento de lo conseguido hasta ese momento.
-Ya te dije que tocaba seisena. Una calle es mucha reducción después de una docena. No importa que se puedan hacer más intentos al ser un universo menor.
Pablo endurece un poco su acento con Thomas. Al estar ausente el Dandy se lo puede permitir. Los dos amigos son mas sinceros cuando están solos, su amistad lo soporta. Thomas siempre insiste en lo mismo; en querer adelantar acontecimientos en los resultados. Y Pablo le recuerda que todo tiene su tiempo y el azar no es una excepción. También menciona que siempre que quisieron apresurar un juego artificialmente hubo un fracaso contundente excepto una vez que tuvieron suerte. Las tristes historias de sus comienzos ponen la piel de gallina a Pablo y no quiere que esos comportamientos se repitan. Le cuesta llevar por buen camino a su amigo que en cuanto hay dos aciertos consecutivos se vuelve loco y se olvida de la estrategia a seguir. El hecho de que sea el líder del grupo por ser su autor intelectual no le da derecho a estropear un juego.

Se retiraron de la mesa para aclarar la situación y mientras llegara el otro compañero del bar. Aunque los consejos de Pablo no eran nuevos, siempre desconciertan a Thomas. Él se empeña muchas veces en seguir sus presentimientos y si no salen volver a la estrategia original. Ésto no es aceptable para Pablo y el resto del grupo. Thomas permaneció en silencio unos instantes mirando a los ojos a su amigo queriendo así mostrar que oía sus consejos y lo acataba.
-Llevas razón, mucha razon, yo te comprendo pero es que la ruleta está viva y yo creo que a veces no hay que esperar sino atacar.
Toda esta retahíla de razones las decía Thomas con calma y condescendencia hacia su compañero. Quería estar de acuerdo con él y al mismo tiempo defender su posición y que no hubiera un choque de opiniones.
El Dandy vuelve del bar y los tres acuerdan cerrar la sesión. Son las ocho de la tarde, pueden ir a algún lugar con los dos compañeros que esperan en el hall, hacer un resumen y comer algo.

Suele ocurrir que vemos un horizonte limpio de contratiempos cuando estamos inmerso en un proyecto que nos apasiona. Incluso pensando y razonando en frio no alcanzamos a imaginar cosas muy malas. Quizá pequeños contratiempos que podemos ir solucionando durante la marcha. Si supiéramos con todo detalle por todo lo que tenemos que pasar en la vida en un corto y medio plazo seria imposible seguir luchando por nuestros sueños. Algo parecido piensa el líder del grupo de trabajo Thomas. Hay días que todo lo ve color de rosas. Está encantador con todos y especialmente con sus compañeros. Tiene especial tiento con el niño. Él es el típico hijo único que siempre quiso tener un hermanito y nunca llegó. Y esos días en que está de buen talante imagina que el niño podría ser ese hermano. Pero también hay días que todo lo ve de negro. El juego no tiene nada que ver, es su carácter variable lo que le lleva a ser como es. Thomas tiene la suerte de tener a Pablo como su amigo número uno. Un compañero que le conoce bien y que nunca le dejaría tirado en la cuneta. Es por eso que todos los consejos que recibe de su igual son bienvenidos aunque no le guste. La tarde anterior en la sala de juegos fue un hasta 'aquí he llegado' para Thomas. No durmió bien por la noche pensando en lo que pasó durante el juego y sobre todo no se le borraba de la mente la cara de su amigo enfadado pero en todo momento con moderación y tiento. Pablo no pierde los estribos fácilmente, eso lo sabe bien y no quiere abusar de su paciencia. Quiere hacer un cambio en sus costumbres de jugar solo y por impulso, pero de forma que quede patente a todos.


Es lunes. Un día que para la tribu de jugadores significa un comienzo dentro de un ciclo mensual. No tienen que reunirse obligatoriamente ese día pero si alguno tiene alguna idea, pregunta interesante, dudas de algo o cualquier cosa que considere no puede esperar lo expone por el chat del grupo y puede haber una quedada. Eso lo puede decidir Thomas o en su defecto Pablo. Las tardes son el tiempo ideal de posible reunión para los que trabajan y los que no. El Dandy suele bromear cuando menciona la palabra trabajo. Él siempre quiere dejar claro si es un trabajo normal o un trabajo con la ruleta. En realidad no hay mucha diferencia pues se supone que ambos sirven para ganar dinero a expensas de un esfuerzo ya sea manual o intelectual. Pero el chiste esta según el Dandy en que él no puede hablar de un trabajo con la ruleta con sus allegados o familiares, excepto con el grupo. Ésto es un sentimiento que los demás también comparten. Les gustaría que se normalizara la idea de trabajo en el casino a ojos de toda la sociedad.

-Pásame la sal Dandy. 
Pablo sabe que las pizza tienen exceso de sal pero a él le gustan más gustosas. Le da apuro que le vean en ese acto casi pecaminoso de echar sal a una porción de pizza y procura hacerlo casi a escondidas.
-Mira Dandy...
pablo quiere desviar la atención de todos de su pecadillo y a la vez argumentar a su compañero el Dandy respecto a su opinión de por qué la gente no considera un trabajo el juego de la ruleta. 
-Hasta el día de hoy Querido amigo, el juego en general es considerado un pecado capital y el trabajo sea cual sea una virtud. El día que alguien te desee que tengas buen trabajo cuando vas al casino le habrán salido pelos a las ranas.
Todos rieron la gracia cuidando de no expurrear la comida fuera de la boca. No es una novedad ver al grupo disfrutando de pizza y conversación ya sea vana o interesante. Eso sí, nada de alcohol. Ninguno de ellos tiene la costumbre de beber con la comida nada que no sea una soda o agua. El Dandi se siente aludido. Es verdad que en algunas ocasiones puso ese dilema en el candelero de sus conversaciones, pero nunca con el ánimo de que fuera tomado en serio. Dandy es reservado y algo tímido pero también tiene sus momentos y casi siempre humorísticos. Se siente feliz si sus salidas, muchas veces pueriles, son recibidas con risotadas. El niño quiere que ese asunto tenga una respuesta seria y argumentada. Es de las pocas veces que comiendo opina algo sin reírse. Sus aportaciones son siempre para incitar a los compañeros a la carcajada fácil y contagiosa. 
-Yo creo...-
Argumenta el niño.
-...que tendríamos que votar con nuestra opinión. Quién está de acuerdo en que estamos trabajando y quién en que estamos cometiendo un pecado capital.
Esta vez el niño les ha pillado de sorpresa. Todos pensaban que iba en serio. De nuevo risotadas de tal magnitud que los vecinos comensales dirigieron sus miradas a su mesa.
-Pues yo voto a favor del pecado capital
Afirma el rubio a viva voz y de nuevo otra marea de miradas de los comensales vecinos. Esta vez no hubo risas sino cabezas gachas intentando esconderse del entorno.
-Bueno, sea lo que sea nosotros trabajamos y será mejor que la banca no se percate de ello.
Esta fue la última frase de Pablo respecto al tema. Ahora, lo único que ya preocupa al grupito es que las bandejas de pizza y los vasos de soda quedaron vacíos y llaman al camarero para reponer.

El tema que los muchachos han tocado durante su reducido ágape en la pizzeria no es baladí. Ellos con su juventud y poca experiencia disfrutan comentando sus pretendidas bobadas. Están en la edad de reírse hasta de su propia sombra pero han calado un melón que a muchos jugadores les tiene, no se puede decir muy preocupados pero sí con ciertas dudas. A los jugadores solitarios les tiene al pairo, es decir, se mantienen en su trabajo de la forma más discreta posible capeando el temporal sobre ese tema. Para el grupo en cambio, es natural preguntarse sobre qué significa algo que llevan meses haciendo y no está bien visto por la sociedad. ¿Tienen que hacer como los jugadores solitarios o pueden apostar por hacer pública su elección de jugar para vivir? Lo bueno de los muchachos es que plantean la incógnita sin costes sociológicos y sicológicos, con naturalidad y usando la herramienta más potente que hay en la vida cuando se tienen dudas; el humor.


Lo importante para ellos es labrarse un modus operandi que sea efectivo a sus propósitos. Ganar lo suficiente para vivir en caso de no tener un trabajo al uso. O quizá en la mayoría de ellos, a pesar de tenerlo y querer una vida más fácil y aventurera. Todavía no son totalmente conscientes que además de poder conseguir la difícil tarea de un mudus de juego efectivo, también tendrán que torear a un estamento que les va a hacer difícil su trabajo; la banca.

-Ahora va a salir la tercera docena. Lo sé porque la ruleta se mueve en figuras complejas pero que se pueden descifrar sabiendo un poquito el historial de la mesa. ¿verdad chico? 
El rubio está registrando la permanencia de la mesa tres. Mandó al niño a la mesa dos para hacer el mismo trabajo. El secretario intenta no prestar atención a ese loco que predice docenas. Ya ha visto mucho en las salas. Abundan los jugadores que se montan un numerito para impresionar a los demás si tiene suerte y sale lo que predice. Matematicamente si va de mesa en mesa prediciendo, en algún momento tiene que acertar y en ese caso siempre hay alguna víctima que cree en esa predicción y dios sabe lo que trama. El rubio sigue con su tarea y el profeta loco se va a otra mesa. Sí, se va a la mesa dos donde trabaja el niño. El rubio le hace señales para que regrese un momento. Tiene que avisarle para que no haga caso del viejo profeta. Lo menos que puede pasar es que no pueda concentrarse en los tres factores que tiene que registrar de continuo.


Los cinco están en un descanso en el bar de la sala.
-No vais a creer a quién he conocido esta tarde en la sala-
El dandy está entusiasmado. Ni siquiera titubea al comenzar a hablar como es su costumbre. 
-Hay un señor en la sala que acertaba las docenas en mi mesa. 
-Pues también estuvo en la mia pero no le presté mucha atención...
Contesta el rubio.
-...y también se fue a la que estaba el niño pero le avisé que no le dedicara tiempo ni le escuchara.
- Bueno, eso no es lo importante...
Responde el dandy haciendo un ademán con las manos para que esperen a que acabe lo que tiene que decir.
-...Creo que no tendrá más de 60 años. Después de una breve conversación descubro que había sido amigo de mi padre. Jugaban juntos y compartían las ganancias. Este señor enseñó a mi padre mucho de lo que sabía. No he podido evitar sentirme interesado y él quiere conocernos.
El dandy estaba casi fuera de sí. Muy emocionado porque el viejo le había referido cosas acerca de su padre que no conocía. 
El que ese hombre comentara el asunto de adivinar una docena solo era una anécdota. Sus conocimientos van más allá de eso.
-Yo no pongo objeción a una charla con ese hombre...
Añade Thomas. 
-...no perdemos nada pero cuidado con contar nuestras cosas y nuestra forma de juego. De todas formas esta semana yo estaré muy ocupado con mi trabajo- y haciendo un gesto habitual en él que es mirar al techo y juntar las manos como un santo en  oración, añade.
-...mi trabajo normal, no el del pecado capital.
Todos sonríen y Pablo repite casi las mismas palabras.
-Cuidado con revelar nuestras cosas. La semana que viene veremos como lo hacemos. Dandy, encargate de arreglarlo con él.

Una vez pasada la sorpresa y el entusiasmo inicial, el Dandy pasa automáticamente a modo reflexión. El ser callado y dubitativo no tiene que ver totalmente con su timidez. Su mente es como una gran biblioteca, cada tema está en un estante específico. No puede soportar el desorden y que haya algo fuera de lugar. Cada cosa tiene que ser masticada, digerida y guardada en su estante para un uso futuro. El tema del viejo le da vueltas en la cabeza. Ese señor ha introducido con un comentario un concepto que él nunca se planteó. Como de pasada, le dijo que ese grupo de cinco era multitud en una sala de juego donde nada se deja a la casualidad. El profeta de las docenas estaba seguro que los chicos estaban siendo observados y controlados. Al principio el Dandy tomó ese comentario como un piropo, no podían ser tan importantes como para que los de la sala se fijaran en ellos. Al fin y al cabo lo que conseguían con su juego era una bagatela para la banca, una limosna comparado con los millones que maneja. Incluso alguna vez comentaron en una de sus reuniones que el casino tendría que estar orgulloso y feliz de tener a un grupo fiel que llenaba su sala y usaban sus mentes para plantar cara a las mesas en un duelo honrado, sin trampa ni cartón. Es imposible que algún jugador sea molestado si su juego es honesto y cumple las normas. En una sala tiene que haber de todo, jugadores tontos y algunos más espabilados y todos ponen su ficha en el paño sin hacer juego de manos y esperan el resultado que solo lo maneja el azar. Si un jugador considera que dejar de jugar un rato le conviene, eso no está prohibido y además en ese rato van y consumen en el bar. Dejan beneficios. Cambiar de mesa tampoco es una falta. Hay libertad de movimiento. A la banca lo mismo le da en qué mesa arriesgas tu plata. Y si en un momento tienes suerte y te vas, tampoco hay objeción a eso. Ellos saben que el jugador siempre vuelve a probar de nuevo y el casino tiene otra oportunidad para dejarle los bolsillos vacios. Probablemente el viejo ha calculado mal la idiosincrasia del juego en una sala. De lo que es un negocio de casino que como en todos, el cliente siempre tiene la razón si su comportamiento cumple las normas del establecimiento. De todas todas, esto da para una reunión de solo los cinco algún día, o mejor aún, lo antes posible.

El tema del mago de las docenas queda en segundo lugar por unos días. Es principio de semana. Dos compañeros trabajan en una empresa donde no se comete un pecado capital. Los otros tres también tienen obligaciones familiares varias aunque pueden saltarse alguna sin que ningún jefe les despida. Salen y entran a discreción. A veces solos y otras acompañados. La calle les atrae como un imán. No importa el motivo, si un compañero les llama están dispuesto a corretear por la ciudad. Eso sí, tienen sus cafés y restaurantes fijos. Son jóvenes pero también muy críticos con los lugares de comidas y cafés. El mas dispuesto a salir siempre es Esteban con mote el niño. Niño de veinte años. David mote el rubio. El niño le puso ese mote además de abejorrito dorado. El dandy trabaja esporádicamente y también tiene tiempo de salir casi a cualquier hora. Lo bueno de este grupito reducido de desempleados es que sin que nadie tenga que decirles nada centran la mayor de las veces sus tertulias cafeteras en el tema juego y ruleta. Cada uno tiene su idea particular acerca del juego por mucho que hagan en la sala lo que el compañero Pablo les dice. El niño, a pesar de su menor conocimiento del juego piensa que ganar siempre es tan complicado que habrá pocos que lo consigan. Que un jugador solo nunca podrá con la ruleta. El rubio sabe mucho de registros como que es el  secretario del grupo. Pero no se mete con estrategias y sistemas. Eso se sale de su actividad. Y el Dandy es el único de los tres que lleva la voz cantante en los coloquios. Aprendió de su padre casi todo pero nunca jugó solo. Puede dar muchos consejos teóricos pero no prácticos. Entre los tres no podrían articular un juego medianamente bueno. Necesitan a Pablo y a Thomas. De eso no tienen dudas y están contentos así. Solo les importa hacer la función que les mandan lo mejor posible y cobrar a final de mes. Ese sueldo nunca es igual y depende de como les haya ido, por eso se entregan al máximo y son responsables.


El niño hace un esfuerzo sobrehumano para sacar su cartera. La cuenta de la consumición esta sobre la mesa y sus dos amigos no tienen dinero. Ésta cayó al suelo e instintivamente los tres se inclinaron para recogerla. 
-Déjenlo amigos yo puedo alcanzarla. Se fue lejos, eso es señal de lo vacía que está je je.
-Gracias Esteban- dicen al unísono los otros dos. Cuando es algo muy personal le llaman por su nombre.
-La próxima pagamos nosotros- Añade el rubio.

Pablo está seguro que este día ha sido extraordinario. Cree que ha descubierto algo. No es la primera vez que tiene esa sensación después de revisar números y hacer cuentas. Ya tiene la experiencia de repetir y repetir los pasos a seguir cuando conecta todos los resultados de alguna maniobra de juego. Y a pesar de que la repetición del proceso ofrece el mismo resultado pasa a otro nivel de control. Examina los datos por separado y mira si las cuentas parciales son correctas. En caso de afirmación sube a otro nivel de examen. Lo bueno de ello es que todo es mecánico. Pero también sabe que lo mecánico lleva muchas veces por confianza a errores. Tiene paciencia con los números y siempre tiene presente la ley o principio de Ockham. Éste postula que 'las explicaciones nunca deben multiplicar las causas sin necesidad'. Recuerda esa frase de memoria porque la usó en su tesis en la universidad. Básicamente significa que 'cuando dos o más explicaciones se ofrecen para un fenómeno, la explicación completa más simple es preferible". Así que si encuentra todo correcto, la explicación más plausible es que su estrategia es correcta y si es correcta, es que ha descubierto algo sensacional.


Tiene por costumbre no comentar nada a sus compañeros sobre sus estudios hasta pasados unos días cuando ha madurado todo el proceso. Cuando cree que ha descubierto algo, lo deja en suspenso hasta el día siguiente o cuando está descansado para repasar todo de nuevo. Aun así espera días para hablar, primero con Thomas. Pablo piensa que tiene una posición comprometida en el grupo como autor intelectual de la mayoría de estrategias y no quiere equivocarse. No teme a hacer el ridículo en caso de fallo pero se perdería mucho tiempo y energías manejando una estrategia nueva pero errónea hasta que se dan cuenta de ello.


-hola Pablo, te escribo para proponerte una salida tú y yo esta tarde.
-Hola Thomas, curiosamente estaba ahora pensando en ti.
-Je je, me reconforta saberlo, hoy no es mi día. Llevo toda la mañana luchando con mi jefe por culpa de un trabajo que no pude acabar ayer. Le digo que necesito recabar datos en Internet pero él dice que esos datos deberían estar en mi cabeza ya. Yo sé que es muy exigente pero es que hoy ha rebasado todos los límites.
-Bueno Thomas, lo que necesitas es un paseo conmigo esta tarde y olvidarte de tu jefe por unas horas. Y menos mal que tú tienes un trabajo normal
Pablo le pone muchas caritas de risas y le dice que él proponga la hora y el sitio. Pero por favor que esté cerca de su café preferido.
-Bien amigo, ¿te parece bien a las seis en la avenida esquina con nuestro café?
-Sí. Chao amigo y relajate. Pronto yo seré tu jefe- más caritas y otra de la pintura de munch.
Pablo se despide con dos tazas de cafe humeando.

Hasta aqui el capitulo 1

Cuando lo acabe lo tendré en pdf para todo aquel que quiera bajárselo.

El tema queda para comentarios.

Señor JaggerHand para no gustarte te lo has leído todo. Eso me gusta, no se puede opinar sin leer. 

Pero ahora que veo le ha puesto "no me gusta" a todo lo que se mueve.

Diga lo que le gusta y le complacemos 

El mundo de la ruleta da para mucho. Después de 11 años de interacción con jugadores y multitud de experiencias, uno no puede menos que tomar partido por alguna opinión. Y mas si la participación no ha sido pasiva pues me he implicado por convencimiento y disfrute.


No tengo aún claro que un jugador o varios puedan vivir de la banca (fíjense que no digo de la ruleta. Hay un matiz muy importante) se puede saber ganar (me consta que se puede) y no poder hacerlo en ningún canal donde haya un juego legal gestionado por una banca.


Sí, no se rasguen las vestiduras. Éste es un debate antiguo que no tiene una solución única. Hay tantas opiniones como jugadores. 


Yo he optado por expresar la mia con la ayuda de la ficción. Es un camino placentero para mí y puede hacer pensar a quienes no tengan las ideas claras. Ayudar a pensar no significa convencer. Se entiende y está demostrado que el publico lector tiene suficiente criterio y es sabido que en este mundo de los foros de ruleta el nivel de inteligencia es alto. 


Por este mismo motivo es de gran responsabilidad germinar un relato que pueda entretener a la mayoría, que no convencer...