37 números y ninguna simetría

Su compañero de mesa le había dicho que lo que pasaba era que la ruleta tenia 37 números y a pesar de que él lo sabía de sobra, la frase quedó flotando en la suntuosa sala del casino del puerto como una acusación muda.

A él no le parecía que hiciera cosas propias de los jugadores neófitos, la verdad sea dicha, cosas que su compañero de juegos que ademas era su mejor amigo no entendía pero qué a él le había costado tiempo asimilar. Cuando su amigo puso su primera ficha en el tapete verde él ya había acumulado la suficiente experiencia como para jugar de la forma que lo hacía esa noche. Los primeros años había trabajado con constancia la rueda en unas condiciones esclavistas cinco horas diarias.

Dormía en una venta polvorienta a seis cuadras del casino y una vez vio a unos famosos jugadores españoles, cosa que siempre contaba hasta el punto que ya no sabia distinguir la verdad de aquella experiencia con los adornos que se inventaba.

!Claro que sabía que la ruleta tiene 37 números!...

Cambian los jugadores impresiones en el hall sobre los cadáveres de sus últimas sesiones. Grandes sistemas hechos a todo, y sobre todo para compartir, hablar, vencer y tocar lo que buscan los jugadores.

Suelo callarme cuando me toca en suerte escuchar algo sabio o, en su defecto, un consejo aceptable, como me sucedió una tarde ante una mesa de ruleta abarrotada que en el transcurso de una tirada de bola, un señor desconocido me aconsejaba con un hilo de voz pausado confesándome encontrarse allí en condición de jugador invitado.

-Todo tiene sentido hasta que no lo tiene. No se apegue a la primera impresión-

Me refería el misterioso jugador mientras ojeaba distraído un posible resultado.

-A veces el espanto tiene su umbral de tolerancia. Y ocurre que todo se vuelve de repente insoportable-

Le escucho con atención a pesar que nadie nos presentó y desconozco su interés hacia mi precisamente.

-Cuando unos minutos antes la bolita serpenteaba por inercia ¿Cómo puede haber inercia y acomodo en el carril directriz sembrando una y otra vez un goteo sangriento a nuestros bolsillos? !Un solo fallo debería bastar para romper la complacencia incluso antes de algún resultado, antes de que el ánimo vencido aparezca!-

-Gira la bola casi en silencio en complicidad con el azar, como si no pudiera ser de otro modo. Y de pronto, si alguien la señala, si algún jugador osa dar un consejo y su observación no encaja con el resultado los demás presentes se aterran viendo solo tragedia y catástrofe-.

Estimados, si no ven conexión entre un post y el siguiente a veces, es porque estoy compartiendo trozos escogidos de un proyecto por tiempo acariciado; una publicación que tratará exclusivamente de la ruleta y los lugares donde ésta funciona, aspectos prácticos, algo de teoría, experiencias, algo de historia, relaciones sociológicas y sicológicas, pero que resulte ameno tanto para el lector acostumbrado como nosotros y para el lego que lo desconoce prácticamente todo.

Abrazos. Álvaro con seudónimo "Orlando Slite"

Juan no tiene ganas de levantarse hoy, anoche estuvo dando los últimos toques a un sistema en el que no cree pero que con suerte le reportará unos euros para tabaco y bebidas. Como siempre lo venderá al mejor postor, a esos incautos que están peor que él económicamente y que no caen en la cuenta que si fuera un sistema ganador no tendría que venderlo sino simplemente hacerlo correr personalmente en la ruleta y cobrar.

Juan se levanta y desciende las escaleras hacia el sótano, su lugar de trabajo, el rincón donde escribe, o mejor dicho, garabatea sus sistemas infalibles. Hoy no ha tenido ganas de ducharse ni afeitarse, son las doce del mediodía. Lleva en una mano una ristra de cuartillas manoseadas y en la otra una bolsa de papel con los restos de una hamburguesa de la noche anterior y dos latas de cerveza de medio litro. Abre la puerta del sótano con llave, pone los pliegos de papel y el contenido de la bolsa sobre la mesa, enciende la pequeña estufa de leña con los papeles de otros sistemas que no pudo vender, se limpia las manos con el pañuelo y se sienta a la mesa.

Enciende un cigarrillo que apagó la noche anterior con prisas, y abre su primera cerveza del día, se dice para sí entre dientes que para entrar en calor. Comienza a releer el escrito por si tiene que hacer algunos cambios de última hora. Está muy jodido de dinero y necesita contactar con un jugador desesperado para poder seguir bebiendo sin problemas unos días más.

A las ocho de la noche ya no le quedan cigarrillos ni cerveza, ha pasado a limpio el sistema de juego pero no ha tocado ni una coma, por lo que sale decidido a encontrar comprador.

Apoyo tu proyecto Alvaro. No todo van a ser sesiones y más sesiones. También necesitamos literatura.
Ya lo vimos con Acevedo, Leigh, Manrique (Mi poeta ruletero favorito) y Atila.
Pronto muchos de nosotros engrosaremos la lista de los best seller del mundillo.

Las siguientes son algunas secciones de de algunos capítulos y de las cuales citaré trozos escogidos. En el tema "La normalidad" ya hice alusión a ello.

"Los intelectuales han reflejado la tensión permanente de las dos ruletas"

"El camino hacia una estrella"

"En busca de una droga suave"

"Dimes y diretes de un matemático completo"

"Las reglas del juego"

"Asfixiado por el 2,7%"

"Las voces múltiples"

"Esto no es una máquina"

"Los autores del mal (léase la banca), no leen poesía"

Álvaro.

Con permiso de la moderación cito aquí dos trozos ya publicados en el tema "La normalidad". El motivo es que forma parte de los distintos trozos que anuncié más arriba.

Dimes y diretes de un matemático completo

Un matemático nunca podría ser un jugador de éxito de la ruleta.

Sí, ya sé que están pensando en Marigny o en D`alembert matemáticos ambos, el primero hizo unos descubrimientos asombrosos sobre las chances y que nadie antes había investigado, pero no hay constancia que hubiera ganado dinero aplicando en el juego sus teorías.

 El segundo creía firmemente en la acción del equilibrio tanto en física cómo en el azar y propuso su sistema de juego que por otro lado encantó a María Antonieta que a la sazón le había pedido consejo sobre como ganar con la ruleta.

Einstein, con todo su conocimiento matemático, lo único se le ocurrió para ganar a la banca fue decir que era atracando el casino, no sólo no era jugador, pensaba que dios tampoco lo era (que no jugaba a los dados), y se ganó la vida garabateando fórmulas y afirmando que la velocidad en el universo tiene un límite; 300.000 kilómetros por segundo y comentó en una ocasión que la tontería en el ser humano no tiene límites.

Desde luego, los que manipularon la ruleta original tenían que saber algo de matemáticas ya que se sacaron de la manga añadir un número al universo 36 con lo que consiguieron poner del lado de los dueños de la máquina un factor matemático positivo igual al 2,7% ó el 1,35% en suertes sencillas en Europa donde se devuelve la mitad de lo apostado cada vez que sale el cero...

Sobre Marigny no es mucho lo que hay escrito en españa, sin embargo cualquier Biblioteca que se precie en Francia tiene al menos 5 volúmenes de Teorias de éste peculiar matemático.
El problema es que las traducciones de sus libros no las hicieron jugadores de Ruleta ni matemáticos en su conjunto lo cual, quitando quien comprenda y traduzca bien el francés, no es fácil de seguir y comprender.
Tambien le puso misterio a sus teorías y algunas llevan a una especie de acertijo que las engloba. Particularmente creo que su estudio va mas lejos de lo que se da a entender en sus escritos. Yo creo que ha sido el que ha estudiado más seriamente las posibilidades de ganar en la ruleta.

Así es, no se encuentra nada en la Red, solo algunos comentarios sobre su vida y trabajo que parece estén copiados ya que en todos se dice lo mismo. Pienso igualmente que sus trabajos y conocimientos van más allá de lo   que sabemos.

Presumiblemente, en toda la historia de los juegos de cartas no se ha repetido nunca la misma combinación de una acción de barajar un mazo.

Ésto, que parece increíble, no lo digo yo; un humilde jugador de ruleta y estudioso del azar, lo dicen los matemáticos, esos señores que predican con la boca grande que el juego de la ruleta tiene un candado matemático y que la llave se la comió la banca, seguramente por esa razón que esgrimen no son jugadores ni saben tampoco como ganarle a la dichosa máquina.

 Me creo lo de que nunca se ha repetido una misma combinación de las 52 cartas porque lo predice la ley de la probabilidad para ese universo de eventos, pero los matemáticos, erre que erre apuntan que tampoco veremos en nuestra corta vida una repetición de una combinación cualquiera de los 37 números del cilindro, y probablemente ni siquiera una repetición de una combinación de 18.

A mi, que tengo tanta curiosidad matemática empiezan a no caerme bien esos señores con la cabeza llena de guarismos y signos raros diciéndonos en definitiva que nos olvidemos de la ruleta, que nunca un jugador inquisitivo va a poder abrir esa cerradura diabólica.

En busca de una droga suave

Me digo, ¿que estoy haciendo? Sólo un giro más no me hara daño.  ¿Contra qué estoy luchando? El soniquete de la bola girando retumba en mis oídos. !Y eso es lo que quieres! Esa muestra de números en el luminoso, esos aciertos mínimos. Si no los encuentras en ese tapete te vas a otro. No importa como o por qué empezó esto. No piensas en nada, vuelves a apostar.

Yo solía pensar que la gente que deambula por las mesas, los que se preocupan demasiado por el próximo acierto, por la próxima estrategia,  los adictos a los locos giros, al ambiente cargado, a la adrenalina, que esos jugadores, estaban más colgados que yo. Peor que yo. Perdidos y aturdidos.

En un momento de la noche, después de haber jugado sin tregua a una seisena perdida, nuestro amigo se dirige a la única mesa que no ha tocado esa noche. Está como descolgada del resto, cerca de un sofá redondo con una pequeña cúpula como techo. Muchas veces le gusta prestar atención a lo que se habla en esos asientos de descanso porque la cúpula hace de amplificador y oye perfectamente lo que allí se comenta. Pone unas fichas en el primer cuadro sin pensar siquiera el motivo ni el criterio y a la vez se anima a contar una historia muy manoseada ya a un compañero de juego, un relato que no se parece al original por las veces que lo relató, y en el que sale victorioso de una sesión maratoniana.

Huye, jugador, a tu soledad. Ensordecido te veo por el ruido de tus sistemas, y acribillado por los aguijones de los pequeños plazos. 

Tus mesas y las salas saben callar dignamente contigo. Vuelve a ser aquel fantasma que amabas, el perseguidor con amplios horizontes.

Donde la soledad acaba, allí comienza el negocio; y donde el negocio comienza, allí comienzan también el ruido de los grandes comediantes y el zumbido de las mesas venenosas. 

En el casino las mejores ideas no valen nada sin alguien que las represente: los buenos jugadores son los llamados a exibir su pericia.

Los eternos PP comprenden poco lo grande de tu trabajo y sin embargo tiene sentido hasta para los espíritus aventureros.

Gran entereza tiene el jugador, pero poca consciencia de donde está el horizonte. Cree siempre en aquello que mejor le permite llevar a los otros a creer ¡a creer en él! 

Mañana tendrá una nueva fe en forma de idea relámpago, y pasado mañana, otra más nueva. Sentidos rápidos tiene el jugador comediante, y presentimientos cambiantes...

Las voces múltiples

Conceptos del jugador comediante.

Destruir; igual a demostrar.

Marear; igual a convencer.

Herir; igual al mejor de los argumentos.

Verdad que busca oídos delicados; igual a mentira.

Hacer gran ruido; igual a verdad.

Bufón solemne; igual a gran hombre.

El sistema le apremia; igual a enviar al azar un pro y un contra.

El jugador celoso también es incondicional y amante de la verdad y piensa que nunca la verdad estuvo en boca del malabarista de números.

Por motivo de esos matemáticos se abrazan fuertemente a su seguridad.

El azar padre como un profundo pozo examina poco a poco las experiencias y necesita de mucho tiempo para exponer abiertamente lo que cayó en su profundidad; si simetría, simetría, si equilibrio, equilibrio.

Estoy desconfiando profundamente de esas bolas de teflón, me duelen esos saltos y piruetas. No soporto las advertencias cabeza dentro del pozo del jugador vomitivo. Desconfío de esa lisura nivea, y sobre todo de esa redondez desnuda y cruel que no me dejan vigilar el espanto de las noches, esas terribles madrugadas, cuando repiquetean los pequeños esféricos y me pregunto ¿Es que no dejarán de bailar esas calvas saltarinas? ¿No se atreven con ningún guarismo? Esas bolitas de marfil engrasadas con el sudor de los dedos de su dueño. Zumban y vuelan y finalmente se chapuzan en el torbellino numeral.

Esas bolitas, amantes de los generosos escotes de esas señoronas orondas, que con sus deditos regordotes atesoran montones de monedas de plástico, efímeras.

Esas canicas malvadas roen mi noche mi espíritu y mi hacienda. Devoran mi ceniza porque son dueñas de mi destino y de mi carne.

!Ah! Esas puñeteras bolas.

Los autores del mal (léase la banca) no leen poesía.

Me gusta estar en esas salas bulliciosas, del lado de las mesas de ruletas, fumando mi humo mientras se suceden novamases, estar ojiplático y sentirme vivo, navegar por los surcos numerales y estrellarme en la nada.

Sentirme atormentado entre juegos comunes donde nadie escucha a nadie, todos contra todos en vez de todos contra uno.

Ese uno, abyecto y desalmado por superioridad matemática y pecuniaria.

Hace tiempo que dejé de pertenecer a los ismos, cuyos seguidores se consideran vivos y enterrados al mismo tiempo.

Estoy en otra onda.

Hago lo debido y lo indebido.

Soy amigo y enemigo.

Perdono y condeno

Erro y acierto.

Parodio al antiguo jugador.

Huyo de la envidia y de la caspa.

De los sistemas.

Amo el eterno equilibrio universal.

Enigmas traiciones escenarios mediáticos.

Mi profesor de dispersión mi dinero mi teatro mi círculo en torno a mi mesa.

Mis ocho criterios trasnochados.

Es lo que han hecho; lo que soy.

Las reglas del juego

Hay cosas que usted debe saber sobre la máquina de ruleta y el casino incluso antes de comprender y aprender cosas sobre el azar.

La ruleta es una máquina sencilla. fabricada con materiales nobles, madera, hierro u otros metales y modernamente tiene algunos accesorios electrónicos que detectan automáticamente el numero elegido por la bola.

La bolita blanca suele ser de marfil o resina pero se está imponiendo el teflón. Es una bola maciza con el fin de que obtenga la necesaria inercia en su desplazamiento. A veces la bola rebota y sale despedida del cilindro, así que el croupier dispone de una segunda unidad hasta que algún subalterno o cliente la reponga a la mesa.

La ruleta, por su sencillez, en sí misma no tiene envez, es decir, no está manipulada ni trucada. Todos los eventos y resultados obtenidos por muy raros que le parezcan son fruto del azar. Incluso en el caso de tener la máquina un desvío físico -cosa poco probable hoy dia- no sería visible a simple vista en el transcurso de una sesión de juego normal.

Las normas de intercambio del cliente con la máquina y el croupier están casi estandarizadas hoy día en todos los casinos del mundo. De todas formas infórmese en cada sala por si hubiera alguna norma extra que como gentileza de la casa le pudiera beneficiar; regalos de fichas de inicio sin contrapartidas, invitaciones etc.

No tiene nada que temer del dealer ni de la máquina pero cuídese del casino si su idea no es divertirse y gastar alegremente, en esos casos hay que reconocer que la casa hace bien su trabajo. El casino es un negocio legal, usted es responsable por sus malas desiciones...

Esto no es una máquina.

-A ver si lo comprendes de una vez-

Ahora me emplea un tono de sabiondillo que casi no admite réplica.

-Si usamos tu sistema no triunfamos esta noche, no podremos ir de copas, no tendremos caja para otro día...el mio es el mejor-

Pero yo no le respondo porque estoy hipnotizado por el movimiento de la mano del croupier, tan larga, tan delgada, tan...cimbreante. Me gustaría tener una cámara a mano y furtivamente mientras le da el toque final al esférico...!Zas! hacer una toma a cámara lenta para mis estudios de "muñequeo del dealer". Pero no tengo esa cámara y sigo oyéndole hablar sin casi prestarle atención.

-No podemos seguir asi-

Me dice, esta vez con menos autoridad y más condescendencia mientras la bolita se va curvando por su carril peligrósamente.

-Tu sistema es una mierda y perdona que te lo diga así, pero al pan, pan y al vino, vino-

Ya no recuerdo cuantas veces me ha dicho que los sistemas que propongo son una mierda. Por lo menos cien, ni me acuerdo. Ya me estoy hartando. Y todo sigue igual: la mano del crupier que se cimbrea como un junco, la bolita que no acaba de caer, el humo espeso de la sala y su voz que es un conjunto de sonidos que escapan de mis oídos por no sé donde.

-Este sistema no sirve-

Y lo rompe en pedacitos lentamente para demostrarme que lleva razón.

-!Es una...!

Y como veo que esta vez no da con la palabra buscada le echo una mano: ¿Una mierda?

-!Eso...una mierda!

Puntualiza, esta vez con la voz algo trémula, como si se arrepintiera de repetir semejante vocablo de nuevo.

-¿Pero tu sabes lo que llevamos perdiendo con tu dichoso sistema?-

Esta vez no le contesto porque no soy yo quien hace la cuentas y no estoy seguro de ese dato.

-Un...Un setenta por ciento de nuestra caja-

Explota de indignación.

-Y yo no puedo gestionar un sistema que pierde tanto y para acabar de arreglarlo, vienes hoy con...con-

Otra mierda de sistema. Le contesto yo demostrándole así que soy un alumno aplicado. Que otra cosa puedo hacer.

-La caja sigue bajando y tenemos que hacer algo para remontar ¿Lo comprendes?-

Yo prefiero callar y estar pendiente de la bola que no acaba de caer.

-¿Me oyes?-

Y yo erre que erre calculando el momento exacto en que la bola caerá. Uno...dos...Tres...cuatro...

Me recuerda la conversación a una gente que hay por la red intentando vender unas máquinas que basan su estratégia en calcular balísticamente la velocidad inicial, la trayectoria de la bola y su velocidad final más el choque de desvio.

Spoiler:

Todo un compendio de teorias y sistémas para detectar físicamente la trayectoria de la bolita.
Como curiosidad y elaboración vale la pena verlo.

A la manera de los eudaemons supongo. No quiero ser descortés con los que tienen fe en esa teoría pero no vale.

Saludos calurosos astigitanos.

Las voces múltiples

No hace demasiado tiempo se comenzó a escribir una frase en algunos foros donde el juego de la ruleta se estudia de forma seria. Una frase con tres palabras que sonaba atractiva y a la vez provocadora: "No hay sistema"

La aparente incongruencia de esa frase viene de la conocida  necesidad por parte del jugador de usar sistemas para luchar contra el azar. Sistemas que proponen una gestión preestablecida.

El jugador de ruleta pasa por diversas etapas desde que pisa el casino por primera vez. 

Primero juega a lo que sea poniendo sus fichas donde le parece o donde cree que puede tener éxito según sus conocimientos hasta ese momento. 

Es decir: no tiene sistema. 

Segunda fase es que tiene sistema, o mejor dicho tiene sistemas, ya ha descubierto que la ruleta hace ciertas cosas (no necesariamente comprende el significado de esas cosas), y piensa (todos lo piensan alguna vez), que el azar hará esas cosas en tiempos determinados y que el sistema mecánico es lo ideal. 

Parece que la tercera fase es, "no hay sistema" debido a que, no había tiempos determinados 
Pero sí pérdidas indeterminadas. 

En la cuarta fase se pregunta que tiene que tratar de encontrar un juego en que el sistema o no sistema pierda el protagonismo y la responsabilidad de hacer exitoso el juego. 

La opinion general entre los jugadores serios de ruleta es que el azar es tratable  en terminos de probabilidad, y la practica dice que el azar es ganable con gestion, pero los opositores opinan que hay una realidad; el casino no esta hecho para vivir de él, tanto el virtual como el tradicional. Que no importa lo que usted sacrifique eligiendo la opción casino/trabajo, porque el imperio montado alrededor del azar no va a permitir que usted cambie los patrones del negocio que son exclusivamente para diversión previo pago. 

Pero el nuevo planteamiento de no hay sistema gana adeptos y sus planteamientos son más o menos los siguientes:

No hay sistema no implica en absoluto que no se pueda ganar. 

No hay sistema puede ayudar al jugador a hacerse cargo de responsabilidades serias con respecto al juego y dejar de hacer lo que no le hace ganar. 

No hay sistema es compatible con la realidad del azar. 

No hay sistema le hace buscar nuevas rutas donde el acento director ya no está en el sistema. 

Y...

Si no hay sistema debe haber otra cosa.

Lo último es lo que hay que quedarse, y lo que hay es que el sistema está en cada uno, no en las herramientas de juego. Un saludo.

PRObird escribió:Lo último es lo que hay que quedarse, y lo que hay es que el sistema está en cada uno, no en las herramientas de juego. Un saludo.

Muy acertado PRO.

Saludos.

Esto no es una máquina

Hay veces que necesito negar sin amarguras. Negar que tantas horas delante del expositor anumérico me procura la esperanza del conocimiento supremo, el deseo de exprimir otros universos. Tengo miedo a quedarme solo delante del generador radial, sin noche, sin mañana y sin futuro. Admitir mi miedo es un síntoma de una desnudez total. Pensaba que permanecer solo ante la mesa verde y no comprometerme con una estrategia definida, con una conducta cualquiera, con una experiencia de años, significaba una liberación de la esclavitud al curso de la flecha-tiempo.

No reniego del paso del tiempo porque eso es la esencia de la intemporalidad que a la vez es enemiga del conocimiento. Y negar el conocimiento adquirido es tentar a lo desconocido.

Soy un jugador solitario. Cuando apuesto no pienso en nadie. Cuando se juega a lo que yo juego la humanidad no existe, me importa un comino y cuando pongo mis fichas en el tapete estoy como aislado del mundo, no sé si me observan, y me resulta increíble,  me asombra del todo que alguien siga mi juego.

No creo que mis estrategias hayan servido para ayudar a algunos jugadores perdidos. Por eso, me considero un marginal, fuera del sistema. Como diría un antropólogo, soy metafísicamente marginal. Pero bueno, lo que intento siempre es ajustarme absolutamente a lo que soy.

A veces no juego para mí mismo, sino para "nosotros", el plural implícito y reconocido del "nosotros" constituye el refugio confortante de los ganadores.

Pero es un "nosotros" que no lo es. Cuando quiero decir
"nosotros", muchas veces lo que quiero decir es "yo". No es en absoluto el nosotros de la estrategia perdedora sino el nosotros de un juego de equipo, el nosotros del juego que habla en nombre de los otros. No es, desde luego, la multitud apática.

Nunca he hablado en nombre de nadie, pero eso ha sido para evitar la confusion y para dar una apariencia objetiva a mi actuar subjetivo. Es un truco de jugador viejo.

El jugador suele ser un indiscreto que desvaloriza su bagaje, lo divulga, lo remacha impúdicamente.

Exhibirse como jugador de reputación resulta en cierto modo indecente, pero en el momento en que arremetes contra el azar no te exhibes y no piensas que nadie te observa. En el instante en que tiras tus fichas al paño, estás tú solo contigo mismo y el azar. A mi juicio, el acto de jugar es un acto de inmensa soledad.

"A mi juicio, el acto de jugar es un acto de inmensa soledad.!"

Cierto. Muchas veces me viene la idea que es comparable en cierto modo al momento de nuestra muerte.
Quizás es la razón de la adicción al juego de tanta gente, que puede morir y resucitar jugando.También explicaría que teniendo la fórmula delante de los ojos...elija morir en la suya